¿Una liturgia para las víctimas del maltrato?

Soy madre soltera de un niño de dos años. Después de muchas cosas que hemos pasado los dos juntos, conocí a Cristina y a Alicia, y ellas me hablaron del proyecto Rompe tu silencio. Nos han acompañado durante todo el proceso y, gracias a ellas, estamos los dos acompañados, nos ayudan con la casa, la comida, con todo lo que nos hace falta. Me han dado apoyo psicológico y gracias a todo esto hemos podido salir adelante, porque sola no puedes. Si no hubiera sido por ellas no sé dónde estaríamos”.



De esta forma relata N. su situación actual. Hace menos de un año, ella era una más de las miles de mujeres víctimas de violencia de género de nuestro país, siete de las cuales, y el hijo de una de ellas, han sido asesinadas a manos de sus parejas o exparejas solo durante el mes de mayo. Ocho víctimas en apenas unas semanas.

Hace aproximadamente siete meses, N. y su hijo encontraron una mano tendida por este proyecto desarrollado por Cáritas Toledo, que materializa la idea de que las parroquias se conviertan en centros de escucha y denuncia contra esta lacra. “Fue en la parroquia donde me hablaron del proyecto”, dice N. a Vida Nueva. A quienes hace referencia, Alicia Medina y Cristina Díaz-Rincón, son la coordinadora del Área de Familia de Cáritas Diocesana y la responsable de Rompe tu silencio.

Dos mujeres que han sido fundamentales para que pudiera cambiar su vida. “Muchas veces la gente tiene el concepto de que la ayuda de la parroquia se limita a que te den comida o ropa, pero no es así. Te dan apoyo psicológico, vamos de excursión, hacen talleres para los niños… acabamos siendo una familia”, explica. “A veces dejas la Iglesia un poco de lado, pero cuando ves que Dios siempre está ahí, que a través de estas personas te ayuda, te tiende la mano… lo cambia todo”, añade.

Romper el silencio

Ahora que ha salido de esta situación, N. anima a otras mujeres que puedan estar pasando por lo mismo a que rompan, también ellas, su silencio. “Que lo hagan ya. Que no están solas. Hay mucha gente que las puede ayudar. Incluso estamos para ayudarnos entre nosotras. Que no tienen que aguantar ningún tipo de maltrato ni psicológico ni físico, porque al final esas cosas acaban yéndose de las manos, sobre todo cuando hay niños de por medio, porque en ellos deja unas secuelas muy profundas”, dice.

Rompe tu silencio se puso en marcha en 2018, cuando varias delegaciones de la Diócesis comienzan a ver con el arzobispo Francisco Cerro la necesidad de dar un paso más en el acompañamiento a la mujer. Nació así una de las pocas iniciativas que existen en las diócesis españolas en este sentido, y que cada vez son más reclamadas. “Parece que desde la Iglesia usamos mucho la palabra acompañamiento, pero realmente es lo que intentamos”, apunta Cristina Díaz-Rincón.

“Cuando abrimos el teléfono 24 horas fue pensando en esto. Con la vivienda de urgencia igual. Siempre se busca estar al lado de la mujer que sufre”, asevera, insistiendo en que se trata de una atención profesionalizada. “Es un despliegue de medios para ayudar a las mujeres que lo necesitan y sus hijos”, añade.

Una respuesta real

Precisamente de esta necesidad de tomar partido, posicionarse y dar respuesta a esta realidad, surgió en 2017 la Comisión Diocesana para una Vida Libre de Violencia Contra las Mujeres de la Archidiócesis de Madrid. Esta ha llevado a cabo durante estos años diferentes actos de concienciación y denuncia. Ahora mismo trabaja en una formación transversal en distintos ámbitos, para que llegue con capilaridad a toda la Diócesis, a los distintos agentes de pastoral y las parroquias… para que se pueda dar una respuesta real a las mujeres que son víctimas.

En este sentido, Julia Almansa, miembro de la Comisión y directora de la Fundación Luz Casanova –obra de las Apostólicas del Corazón de Jesús dirigida a las víctimas de violencia de género– explica a esta revista que muchas de estas mujeres llegan a las parroquias, y es fundamental que “quienes escuchan esas historias, ya sea en una reunión, en una confesión… sepan identificarlas como violencia de género, porque a veces ni sus propias familias las entienden. Debemos ser capaces de asesorar bien a esas mujeres, acompañarlas y ofrecerles recursos en caso de que no sepan a dónde acudir”.

Por este motivo, reclama que las parroquias sean agentes de canalización, espacios seguros de libertad donde acudir a buscar ayuda y expresar lo que se está viviendo. Sin embargo, Almansa señala que no siempre se ofrecen estos espacios seguros. “No siempre se escucha desde el respeto y la comprensión, ni se les da las opciones para que accedan a recursos en los que se las pueda ayudar de una manera efectiva”, apunta.

Asimismo, Almansa subraya que echa de menos que la Iglesia no se “manifieste en días críticos, que la liturgia no considere algunas realidades de violencia… Que no se ponga nombre a lo que es un grave pecado personal y social: la violencia contra las mujeres”.

Lea más:
Noticias relacionadas
Compartir