Entre quienes serán ordenados como sacerdotes el próximo domingo, 25 de abril, en el Domingo del Buen Pastor, en la basílica vaticana por el papa Francisco estará el diácono Samuel Piermarini. Un portero de fútbol que en 2010 estuvo a punto de fichar por el equipo juvenil de la Roma para irse al seminario. “En lugar del fútbol, elijo la sotana”, se dijo entonces. Hasta hoy, aunque “era y sigue siendo aficionado a la Juventus”.
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Llamado a algo más
“Sigo siendo portero”, confiesa este joven de 28 años al Corriere della sera mientras hace los Ejercicios Espirituales previos a la ordenación en un monasterio de la provincia italiana de Rieti. “Empecé a poner excusas incómodas, no sé si me apetecía, y luego quién me acompañaba a los entrenamientos, y mientras tanto estaba el imperturbable entrenador que me miraba con el aire de quien piensa: ¿eres tonto?” recuerda ahora pensando en aquel momento en el que tomó la decisión que le llevará a recibir la imposición de manos junto a otros 8 compañeros diáconos del vicariato de Roma.
Como seminarista, ha destacado en la “Clericus Cup”, el torneo en el que compiten sacerdotes y seminaristas de las universidades pontificias. Entonces no ha llevaba la camiseta de la Roma, sino del seminario ‘Redemptoris Mater’ –vinculado al Camino Neocatecumenal–.
“Sentí que no estaba llamado a hacer esto, allí. Mi vida, toda mi vida, estaba en otra parte. Tenía novia, escuela, fútbol, amigos que me decían: ¿qué has hecho? Pero había esa pregunta en mí: Señor, ¿no me estás llamando a otra vida?”, confiesa a los periodistas. “Ese fue el comienzo del discernimiento. Los sacerdotes que había conocido y visto felices. Las historias del misionero mexicano Bernardo Torres que el domingo me pondrá la casulla. Dos años de misión en Brasil, los años del seminario. Y los seis meses como diácono junto al párroco Francesco Zanoni, en San Juan Bautista de la Salle, en el barrio romano del EUR, una experiencia maravillosa”, rememora.
