Federico de Montalvo: “El final de la vida no es un debate entre creyentes y ateos”

Presidente del comité de bioética de españa

Profesor propio agregado de la Facultad de Derecho de la Universidad Pontificia Comillas/ICADE. Presidente del Comité de Bioética de España. Uno de los autores de la estrategia nacional de vacunación frente al COVID-19. Federico de Montalvo no solo conoce a fondo la nueva ley de eutanasia. También los efectos de su ejecución y alternativas.



PREGUNTA.- Aprobada la norma, ¿cómo se le queda el cuerpo?

RESPUESTA.- Tengo una sensación de pena. Aun así, debemos seguir insistiendo en los errores en los que incurre, mirando a futuro para evitar que se incurra en lo que llamamos ‘la pendiente resbaladiza’. Guardo la esperanza de que estemos equivocados, pero esta ley desemboca en una cultura de la muerte.

P.- ¿Qué es eso de la ‘pendiente resbaladiza’?

R.- Cuando cambias el principal deber que tiene el Estado de Derecho que es proteger la vida de los ciudadanos, así como el rol de la profesión médica permitiendo que el sanitario acabe con la vida como objetivo único del acto médico y no como consecuencia, puede llegarse a la idea de que acabar con la vida se convierta en un valor positivo.

Al final, se acaba considerando que personas que no han pedido o se desconoce su voluntad, se les aplique la misma medida. De hecho, la nueva ley permite aplicar la eutanasia en contextos donde se desconoce la voluntad presente del individuo. Con esta cultura, se puede mandar un mensaje a los más vulnerables–mayores o enfermos con dificultades socioeconómicas–, de que la sociedad les está animando a que acaben con su vida.

Sin evaluación

P.- ¿La eutanasia es la alternativa barata a los paliativos?

R.- No creo que nadie vaya a aplicar esto con un criterio económico de manera directa. Los que están a favor de la ley no quieren acabar con la vida de los ancianos tal cual. Ahí se han dado excesos en el Parlamento en todos los bandos, sin consenso ni deliberación, pero tampoco diálogo con los implicados.

Al margen de objetivos ideológicos y de la idealización de la conquista de la eutanasia como gran lucha por los derechos, hay cosas que se hacen con buena intención, pero pueden provocar efectos nefastos cuando no se han evaluado con detenimiento. Por ejemplo, esta ley no recoge mecanismo alguno de evaluación.

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