El cardenal Burke, en contra de la prohibición de las misas privadas en San Pedro

El purpurado estadounidense esgrime que el Derecho Canónico sanciona obligar a los sacerdotes a concelebrar y deslegitima la autoridad de la Secretaría de Estado en cuestiones litúrgicas

Los cardenales Raymond L. Burke y Gerhard Muller, en una imagen de archivo/CNS

Al expresidente del tribunal vaticano, el cardenal estadounidense Raymond Burke, le produce la “más profunda preocupación” la reorganización litúrgica que la Secretaría de Estado ha decretado para la Basílica de San Pedro. Unas medidas que pretenden acabar con la celebración de misas privadas en las capillas laterales del templo y que relega a la capilla Celementina, en la cripta –las llamadas grutas vaticanas–, las celebraciones en rito extraordinario durante las primeras horas de la mañana.



El valor de la misa privada

La norma entrará en vigor el lunes 22 de marzo, pero las reacciones críticas no se han hecho esperar. Si bien estas medidas solo afectan directamente al grupo de oficiales de la Curia Romana que seguían esta costumbre que no parece estar en sintonía con la reforma litúrgica surgida a partir del Vaticano II. En una amplia “declaración” en su página web, el purpurado esgrime que el Derecho Canónico prohíbe obligar a los sacerdotes a concelebrar y deslegitima la autoridad de la Secretaría de Estado en cuestiones litúrgicas.

“Con razón, uno se pregunta con qué autoridad el Secretario de Estado ha emitido directivas que son contrarias a la disciplina de la Iglesia universal. Otra pregunta a formularse, se refiere a qué proceso se siguió para llegar a la publicación de un documento tan anómalo”, se pregunta el purpurado estadounidense. De la misma manera, rescata la doctrina tradicional de Trento sobre el valor de la misa individual a la vez que cuestiona la “falta de decoro” en las celebraciones que se desarrollan habitualmente en la basílica vaticana. Burke cuestiona que desde el templo se garantice la presencia de lectores o cantores en las celebraciones programadas cuando “solo Cristo, en cuya persona actúa el sacerdote, anima la Sagrada Liturgia”.

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