Cuando la vida y la liturgia van de la mano y forman comunidad

Canonesas de Zaragoza

Una situación especial es la que se vive en Zaragoza, en el Monasterio de la Resurrección, donde las Canonesas del Santo Sepulcro forman comunidad con un grupo de laicos, hombres y mujeres, en torno a un carisma hondamente litúrgico. Así lo explica la canonesa Ana María Martín: “La liturgia, abierta y compartida en nuestra iglesia, es nuestro modo de dialogar con Dios”.



“Desde una actitud orante –prosigue–, que da espacio y valora el silencio, la meditación y la contemplación, nos permite avanzar en la fe, a nosotras y a quienes forman comunidad con nosotras en nuestras celebraciones”. Así, tienen diversos tipos de ceremonias: “Las que celebramos entre semana (donde vienen vecinos del barrio), las dominicales y las de los lunes, enmarcadas en la devoción popular a san Nicolás de Bari”.

Reparto de los servicios

De este modo, su carisma se encarna “en cada eucaristía, donde la vida y la liturgia van de la mano a través de una participación activa y visible de la asamblea”. ¿Cómo? Repartiéndose las funciones para que todos tengan un papel propio: “Unos acogen en la entrada, otros leen, otros ayudan con la simbología, otros eligen los cantos, otros preparan y adaptan la oración de los fieles al tiempo litúrgico… En definitiva, se trata de que la liturgia nos alimente y esta, a su vez, en lo que es un flujo, moldee nuestra espiritualidad”.

Un proceso en el que, como no podía ser de otro modo, cuidan mucho la formación en la espiritualidad litúrgica, asistiendo los participantes a cursos y charlas o trabajando en casa con folletos litúrgicos. Todo con el fin esencial de “compartir el servicio para que sea posible una celebración que nos alimente como comunidad”. Algo que va más allá de los muros del monasterio, pues “también se lleva la comunión a quienes no pueden asistir a la eucaristía”.

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