Francisco destaca el testimonio de san Esteban en el ángelus: “Podemos cambiar el mal por el bien todos los días”

Con motivo de la fiesta de San Esteban, día no laborable en el calendario Vaticano (e Italiano), el papa Francisco ha vuelto a felicitar las navidad a los fieles de todo el mundo durante el rezo del ángelus este mediodía. En estas jornadas de confinamiento estricto en Italia, el pontífice ha rezado la oración mariana desde la Biblioteca del Palacio Apostólico Vaticano, el mismo espacio de las audiencias generales de los miércoles de estas semanas –como se puede ver en la imagen de esta noticia–.

Tras la oración, el pontífice explicó la ‘fórmula telemática’ del ángelus como una fórmula para disuadir la asistencia de gente en la plaza y para “colaborar con las disposiciones legales para ayudarnos a todos nosotros para salir de esta pandemia”. Francisco, en plena “atmósfera de Navidad”, deseó que suscite deseos en los fieles para “contemplar a Jesús en el pesebre para después servirlo y amarlo en las personas que tenemos cerca”. También ha aprovechado para agradecer las felicitaciones recibidas de todo el mundo, a las que le “resulta imposible responder a todas”.

La fuerza de los testigos

Comentando la festividad del día, el diácono san Esteban, el Papa relató que a él “se le acusa falsamente y se le apedrea brutalmente hasta la muerte, pero en la oscuridad del odio deja que brille la luz de Jesús: reza por sus asesinos y los perdona”. Un testimonio que refleja la luz de Jesús –como hace la Iglesia que no tiene luz propia–. Como primer mártir de la historia cristiana, destacó el pontífice, será “el primero de una multitud de hermanos y hermanas que siguen llevando la luz a las tinieblas: personas que responden al mal con el bien, que no ceden a la violencia y a la mentira, sino que rompen la espiral del odio con la mansedumbre del amor”. “Estos testigos iluminan el amanecer de Dios en las noches del mundo”, ratificó Francisco.

“Jesús ha venido a servir y no a ser servido, y vive para servir: se hace diácono, es elegido diácono, es decir, servidor, y asiste a los pobres en los comedores de beneficencia”, relata, destacando que imitar a Jesús es tomas su luz. Para el pontífice, Esteban imita a Jesús en el servicio y en la entrega final perdonando a sus asesinos. Por ello, se pregunta el Papa: “¿son realmente necesarios estos testimonios de bondad cuando la maldad está en aumento en el mundo? ¿De qué sirve rezar y perdonar? ¿Es sólo para dar un buen ejemplo?”

Como respuesta, Francisco destaca la conversión de Pablo, testigo del martirio. “Pablo nació por la gracia de Dios, pero a través del perdón de Esteban. Esta es la semilla de su conversión. Es la prueba de que los gestos de amor cambian la historia: incluso los pequeños, ocultos, cotidianos. Porque Dios guía la historia a través de la humilde valentía de los que rezan, aman y perdonan”, subrayó, destacándolos como los “santos desconocidos, los de la puerta de al lado”.

Transformando vidas

“El Señor desea que hagamos de la vida una obra extraordinaria a través de los gestos ordinarios de cada día. Dondequiera que vivamos, en la familia, en el trabajo, en todas partes, estamos llamados a ser testigos de Jesús, aunque sólo sea dando la luz de una sonrisa y huyendo de las sombras de la charla y el chismorreo”, prosiguió Bergoglio, invitando a regalar la “la luz de una sonrisa, esa es la luz de Jesús”.

Por ello, recomendó el Papa: “Cuando veamos algo malo, en lugar de criticar, chismorrear y quejarse, recemos por los que han hecho mal y por esa difícil situación. Y cuando una discusión surge en casa, en lugar de tratar de prevalecer, tratemos de desactivarla; y comenzar de nuevo cada vez, perdonando a aquellos que nos han ofendido”. “Nosotros podemos cambiar el mal por el bien todos los días”, exhortó citando el refrán “Sé como la palmera: le tiran piedras y deja caer dátiles”. En ese sentido, el pontífice concluyó su reflexión invitando a rezar por los perseguidos por su fe –que “son más que en los primeros momentos de la Iglesia”, destacó–.

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