Banksy: el grafiti de la conciencia

Bansky

Esquivo, famoso, anónimo, Banksy encarna en los muros del siglo XXI –desde Bristol y Londres a Boston y Cisjordania— la conciencia de la sociedad contemporánea. Su mala conciencia. Las obras callejeras que firma son hendiduras en la moral de nuestro tiempo. No son, exactamente, una sátira, tampoco una denuncia, sino que contienen el poder de la reflexión, de pensar el mundo, de no conformarse, de intentar transformarlo.



Banksy es, por supuesto, un fenómeno contemporáneo, un artista que, como afirma el profesor David Moriente, “interviene políticamente”. No desde la ideología, sino para transformar la sociedad: contra el capitalismo desaforado, en defensa de la paz, de la convivencia, frente a la desigualdad… también en defensa –y así podría interpretarse– de una religión más atenta al mensaje de Jesús.

Cristo contra el consumo desenfrenado

Es, por ejemplo, el sentido que le otorga a Cristo con bolsas de la compra, una serigrafía de 2004. “Es una sátira sobre la distorsión del verdadero significado de la Navidad. Una fiesta que evoca valores como la misericordia, compasión, perdón y gratitud, convertida en un día de consumo desenfrenado. Navidad solía ser un día de descanso y reflexión, un día en el que no nos deberíamos dedicar a las cosas materiales. Sin embargo, actualmente priman la glotonería y los regalos caros”, según la describe Alexander Nachkebiya, comisario de la exposición Banksy: The street is a canvas (La calle es un lienzo), recién inaugurada en el Círculo de Bellas Artes, en Madrid.

Esa visión de Banksy de la Navidad a través de la Pasión –un paralelismo ya instaurado en el Renacimiento– no se llegó a pintar en ningún muro, sino que el misterioso artista callejero la lanzó en una edición de 82 copias. “A pesar de que se convirtió en una imagen de culto, no se ha vuelto a imprimir ni reproducir”, sigue explicando Nachkebiya.

“Banksy eliminó la cruz de la escena de la crucifixión –añade–, enfatizando la idea de que la cruz real no es una estructura de madera, sino la estupidez e insaciabilidad humana, que trabajan inconscientemente solo para enriquecer a las grandes empresas”.

Perversiones de la fe

Sin embargo, no deja de ser una obra que, de algún modo, refleja que no se puede definir la trayectoria de Banksy frente a la religión, sino sobre lo que él –por supuesto– considera perversiones del mensaje de la fe. “Con esta imagen, Banksy sorprende y hiere al espectador. El fondo gris sugiere una sensación de ansiedad y desaliento. De las manos de Cristo cuelgan pesadas bolsas con regalos como juguetes de Disney y bastones de azúcar. Los paquetes están decorados con una brillante cinta de color rosa, pero de la parte baja de estos gotea pintura negra, lo que nos recuerda a la sangre derramada por Jesús”, prosigue el texto acerca de la obra que firma, como todos, Nachkebiya.

La muestra del Círculo de Bellas Artes exhibe también la serigrafía Toxic Mary (2003), una de las primeras obras urbanas de Banksy, y la más controvertida, al menos en la interpretación que hace el propio comisario: “Una atrevida alteración de uno de los símbolos más importantes de la iconografía religiosa: la Virgen y el niño Jesús”.

De ella, escribe: “Representa a la Virgen y al niño en un estilo que, aunque recuerda al Renacimiento italiano, satiriza tanto la relación entre los personajes principales como la que mantienen las autoridades religiosas con los laicos. La imagen, en la que la Virgen está dando un biberón al niño cuyo contenido es tóxico, cuestiona si la religión ofrece la verdadera salvación a sus seguidores”.

La obra apareció “por primera vez como pintura en la exposición clandestina Turf War, en el barrio de Dalston, al este de Londres, en 2003. Más adelante, en ese mismo año, Banksy creó una edición limitada de una serigrafía de la obra”, desvela Nachkebiya en la audioguía. Junto a Cristo con bolsas de la compra, son las dos únicas obras de Banksy que abordan temas abiertamente religiosos en la muestra del Círculo de Bellas Artes.

Sacralización

Banksy también se apropia –con su mezcla de arte marginal, de activismo anticapitalista y de imaginario popular– del arte cristiano para producir obras vinculadas a la “sacralización” de compulsiones contemporáneas, como el consumismo o el fútbol. En Madrid se puede ver, por ejemplo, Último día de rebajas (2006), realizada en un almacén de Los Ángeles para la exposición Barely Legal.

“Es una obra que rezuma humor mordaz –refiere Nachkebiya–. La imagen muestra unas figuras estarcidas en blanco y negro, que recrean imágenes bíblicas de mujeres sacadas de cuadros de los siglos XVI y XVII. Sin embargo, la figura ante la que se postran no es, ni mucho menos, el Salvador que se retrata en la Biblia, sino una brillante señal roja en la que se puede leer, en claros caracteres blancos: ‘Hoy, último día de rebajas’. Banksy se burla de la cultura del consumismo que en las sociedades desarrolladas ha crecido hasta alcanzar un estatus cuasi sagrado”.

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