Los obispos chilenos señalan un necesario cuestionamiento ético a comportamientos y actitudes en el país

Con una inédita extensión, la 121ª Asamblea Plenaria de los obispos chilenos se realizó, en dos momentos: el primero entre el 9 y 12, y el segundo el 23 y 24 de noviembre, con participación, a través de Zoom, de todos los obispos en ejercicio y el administrador apostólico de Valdivia.



En esos días revisaron las campañas solidarias en favor de los grupos más afectados por la pandemia del Covid-19 y los desafíos todavía pendientes en cuanto a acompañamiento a víctimas de abusos, en la implementación de los criterios para la prevención y en la integridad en el servicio eclesial.

Abordaron también el proceso de discernimiento hacia una renovación eclesial, iniciado en agosto de 2018 como consecuencia de la crisis de los abusos y que tenía programada una Asamblea Nacional para este año 2020. Los obispos resolvieron postergar esa Asamblea hasta el año 2022, a fin de poder realizarla presencialmente, buscando así que sea cabal expresión de sinodalidad y participación laical.

Como es habitual, dialogaron también sobre la situación política, social y económica del país, tema contenido en su Mensaje conclusivo de la Asamblea titulado “Testigos de esperanza en un nuevo tiempo para Chile”, que entregan al inicio del tiempo de Adviento.

Anhelo de una sociedad más justa y equitativa

Lo inician reconociendo que el país “vive momentos intensos que afectan y comprometen a las personas y sus familias, en una compleja situación sanitaria, económica, social y política, y en un relevante proceso constituyente marcado por el gran anhelo de una sociedad más justa y equitativa”.

Al tiempo que reconocen los sacrificios en el cuidado sanitario, en el apoyo solidario a los más desvalidos y en la superación de los conflictos, expresan que “persisten situaciones de violencia sostenida, con especial impacto en mujeres y menores de edad, en sectores de escasos recursos prisioneros por el narcotráfico, y en la herida permanente que sangra en la región de La Araucanía.

El trato denigratorio en el debate político y la debilidad de liderazgos sólo avivan el encrispamiento de la vida social. Estas situaciones dan cuenta de un necesario cuestionamiento ético a nuestros comportamientos y actitudes como sociedad” Por ello, invitan “humildemente a los responsables del quehacer público, a asumir los desafíos que como país tenemos, pensando especialmente en los más pobres y vulnerables”.

Un futuro más digno

“No podemos dejar que la agresión y el amedrentamiento se impongan como forma legítima de convivir, insisten los obispos. Una inmensa mayoría lucha todos los días por un futuro más digno para las generaciones venideras, y lo procura con respeto a los demás en el presente. Esa gran mayoría se ha expresado de modo pacífico y acudió a las urnas a manifestar su voz. No hay razones que avalen desoír ese clamor. Lo que nos corresponde a todos es ayudar a que el camino trazado se realice en paz y limpiamente”, expresan aludiendo al reciente Plebiscito nacional que aprobó la elaboración de una nueva Constitución Política para el país.

“Como lo hemos señalado, continúa el Mensaje de los obispos, quienes están llamados al servicio de la política, en sus diversas expresiones, reciben un mandato que es sobre todo de servicio al bien común de la sociedad, y ello exige abrirse al diálogo sincero y franco. También en la Iglesia, nosotros como pastores, aportamos nuestra disponibilidad de escucha a lo que el Pueblo de Dios quiera manifestarnos”.

Llaman también a los cristianos a participar “en los asuntos relevantes de la comunidad (Cfr. Flp 4,8). Así como nos han movilizado la solidaridad en tiempos de escasez y pandemia, el apoyo a los migrantes y la preocupación por la crisis climática; hoy el proceso constituyente nos incumbe a todos”.

Los obispos concluyen su mensaje invitando “a un gran esfuerzo para renovar la esperanza, la de cada persona en su familia y sus entornos educativos, laborales y comunitarios. Al comenzar este tiempo de Adviento, contemplemos con humildad el misterio de Dios-con-nosotros (Cfr. Mt 1,22-23), el Hijo de Dios, Jesús, hijo de María, nacido en un establo sencillo (Cfr. Lc 2,6-7). ¡Eso es Navidad! Así queremos nuestra vida: austera, honesta, afectuosa (Cfr. Tit 2,11-14). Así queremos nuestro Chile: humilde, generoso, fraterno”, exclaman.

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