Al ritmo de santa Cecilia

El padre Carmelo Erdozáin, quien es considerado uno de los compositores más prolíficos en el mundo hispano, propone 22 ideas para celebrar este 22 de noviembre Santa Cecilia, la patrona de la música.



  • Si no se hacen ensayos de canto, nos resultará difícil cantar bien. La voz es un instrumento que requiere entrenamiento.
  • El canto, si se ejercita con un buen ensayo y una sana respiración, ayuda a la salud corporal.
  • Además, el canto religioso anima a tener júbilo, alegría espiritual y aumenta el sentido comunitario.
  • Los instrumentos, por ejemplo, la guitarra, exigen buenos intérpretes, no tan solo en sentido musical. Deben conocer lo que es la celebración litúrgica. No deben creerse los protagonistas de la Eucaristía. El que canta no reza dos veces cuando es contratado por dinero y no se muestra también participante en la propia celebración.
  • El sacerdote o ministro que no sabe cantar o que canta mal, es mejor que no cante.
  • Es más agradable, espiritualmente, oír música religiosa de calidad (aunque sea transmitida por los bafles) que escuchar el canto de gente que lo hace rutinariamente y sin preparación musical.
  • Hay que facilitar la comunión al grupo de cantores que deseen recibirla.
  • El órgano, incluso un buen sintetizador (a ser posible, conectado a las instalaciones generales del templo), pueden resultar instrumentos muy apropiados.
  • Hay que invertir en música (los países como Alemania y Estados Unidos son referentes a la hora de apostar por los recursos musicales: libros, producción, espacios para el coro infantil, juvenil, adultos, coro parroquial…).
  • En las bodas no se debe introducir música profana y alejada de lo que allí se celebra. A los novios hay que mostrarles las diversas ofertas de melodías religiosas.
  • Hay que preparar bien, muy bien, el repertorio en la misa exequial. Es uno de los momentos en donde se puede evangelizar en profundidad.
  • Hay que contar con altavoces de calidad para oír música religiosa, contando con profesionales especializados que sepan aprovechar la sonoridad de los instrumentos, las voces y los espacios.
  • La piratería es un robo del que no somos conscientes en el mundo latinoamericano. También se da en la música religiosa.
  • Hay que desterrar esta costumbre que impide contratar buenos intérpretes y arreglistas a la hora de sacar a la luz un nuevo disco o un libro de melodías accesible al director de coro, organista, etc.
  • Hay que incrementar convocatorias y jornadas destinadas a los animadores de canto religioso. Se podrían programar desde una comisión diocesana de música.
  • Las misas por radio y televisión deben mejorar muchísimo –en general– su calidad interpretativa y sonora.
  • En una ciudad grande, en donde hay varios templos, los responsables de música podrían ponerse de acuerdo para lograr mayor comunicación a la hora de seleccionar el repertorio.
  • Hay muchos alumnos y alumnas de los cursos superiores de piano que podrían ser invitados a sencillos cursos de estudio de órgano y repertorio litúrgico para que puedan ampliar su conocimiento.
  • Hay que fomentar, a nivel diocesano, concursos de canto entre niños, adolescentes, jóvenes. Podrían tomarse como referentes el Domund, la Navidad, la campaña de Manos Unidas, jornadas vocacionales…
  • El futuro de la música litúrgico-religiosa pasa por mantenerse en la lengua de los asistentes a la celebración, respetando y conjugando diversos idiomas si la comunidad es y habla distintas lenguas. ¡Sentido común!
  • Una parroquia con cierta madurez pastoral debería introducir cantos gregorianos de referencia. Para ello, habría que facilitar tanto los textos como la traducción.
  • Todas estas propuestas puede discutirse y programarse en una reunión arciprestal o diocesana con los expertos en música litúrgica.
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