El Papa deja sin fondos a la Secretaría de Estado para tomar el control de las finanzas vaticanas

VAT01 VATICANO 10/11/2014.- Silueta del papa Francisco durante una audiencia privada concedida al presidente presidente ghanés, John Dramani Mahama (no fotografiado), en el Vaticano, hoy, lunes 10 de noviembre de 2014. EFE/Max Rossi / Pool

Nuevo golpe de efecto de Francisco para sanear las finanzas del Vaticano. Y es que el Papa ha dejado sin fondos a la Secretaría de Estado, dando la orden de traspasarlos, en un plazo de tres meses como máximo, a la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica (APSA). Un paso que ha venido como consecuencia de los escándalos de la ‘opaca’ y millonaria compra de un inmueble en Londres y el caso Becciu.



Tal como ha explicado en un comunicado el director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, Matteo Bruni, durante la tarde de ayer, 4 de noviembre, se celebraba una reunión en el Vaticano. En ella, el papa Francisco convocaba al cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado; a Edgar Peña Parra, suplente de la Secretaría de Estado; a Fernando Vérgez, secretario general de la Gobernación del Estado de la Ciudad del Vaticano; a Nunzio Galantino, presidente del APSA; y al sacerdote español Juan Antonio Guerrero Alves, prefecto de la Secretaría de Economía.

“El propósito del encuentro”, apunta Bruni, “fue promover la implementación de lo solicitado por el Santo Padre con una carta (adjunta) al Secretario de Estado, de fecha 25 de agosto de 2020, sobre la transferencia de la gestión administrativa de los fondos de la Secretaría de Estado a la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica y de su control a la Secretaría de Economía”. Una petición que, en más de dos meses, todavía no había sido atendida, y que ha llevado al Papa a pasar de las palabras a los hechos con una orden directa y un plazo máximo de tres meses.

El traspaso, sin Parolin

En el mismo encuentro, Francisco ha puesto en marcha una ‘Comisión de paso y control’, que entra en funcionamiento con efecto inmediato, para supervisar y llevar a cabo el cumplimiento de las disposiciones de la carta al Secretario de Estado que, sin embargo, no formará parte de este grupo. De hecho, la Comisión estará constituida por Edgar Peña Parra, Nunzio Galantino y Juan Antonio Guerrero Alves, Prefecto de la Secretaría de Economía.

Con esta decisión de Francisco, los fondos que hasta el momento administraba la Secretaría de Estado pasarán a ser gestionados por la APSA. “En el contexto de la reforma de la Curia, reflexioné y recé sobre la oportunidad de dar un impulso que permita una organización cada vez mejor de las actividades económicas y financieras, continuando en la línea de gestión que, según los deseos de todos, es más evangélica”, explica Francisco en la carta enviada a Parolin. En la misma, el Papa defiende que es “de suma importancia” que la misión de cada entidad económica y financiera esté claramente definida para evitar, de esta forma, “superposiciones, fragmentaciones o duplicaciones innecesarias y perjudiciales”.

Solucionar los escándalos

En la misiva, Francisco reconoce también que “la Secretaría de Estado es sin lugar a dudas el Dicasterio que más estrecha y directamente apoya la acción” del Papa, representando” un punto de referencia esencial en la vida de la Curia y de los Departamentos que la conforman”. Sin embargo, “no parece necesario ni apropiado” que la Secretaría de Estado lleve a cabo “funciones que ya están atribuidas a otros Dicasterios”, como es el caso de la gestión económica. “Por tanto, es preferible que el principio de subsidiariedad se aplique también en materia económica y financiera, sin perjuicio de la función específica de la Secretaría de Estado y la tarea indispensable que desempeña”, aseveraba el Papa.

Además, y estableciendo el traspaso de los fondos de la Secretaría de Estado al APSA, Francisco subrayaba que “merecen especial atención las inversiones realizadas en Londres”, así como recomienda “salir cuanto antes” del fondo Centurion o, al menos, “disponer de él de forma que se eliminen todos los riesgos reputacionales”.

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