Felipe Arizmendi: “Creo en una Iglesia encarnada en las culturas”

Obispo emérito de San Cristóbal de las Casas

Cuando en 2017 el papa Francisco le aceptó la renuncia que había presentado dos años antes al cumplir el límite de edad, Felipe Arizmendi Esquivel dijo que no iba a jubilarse, sino a “cambiar de estilo de servicio”. Ahora, con 80 años cumplidos, el obispo emérito de San Cristóbal de Las Casas (México) será uno de los 13 elegidos para recibir la púrpura en el consistorio del 28 de noviembre.



PREGUNTA.- ¿Altera su plan el cardenalato?

RESPUESTA.- De ninguna manera. Espero que mi vida siga igual: atiendo personas que quieran dialogar, atiendo confesiones, escribo artículos de actualidad eclesial para varios medios y dedico un día a la semana a escuchar a personas en una universidad privada no confesional.

P.- ¿Qué espera entonces de esta “nueva etapa”?

R.- Solo les pido al Espíritu Santo y a la Virgen de Guadalupe que me ayuden a ser fiel al estilo de Jesús.

P.- ¿Cómo acoge e interpreta su nombramiento?

R.-Lo recibo con asombro y gratitud, pero lo comparto con quienes me han formado: mi familia, mi pueblo natal, mi diócesis de Toluca y las diócesis de Tapachula y San Cristóbal de Las Casas, en Chiapas. Sin estas raíces, no crece el árbol ni da frutos.

Y lo interpreto como un reconocimiento a la labor pastoral principalmente con los pueblos originarios de Toluca, donde fui párroco de una parroquia otomí, de Chiapas, con tseltales, tsotsiles, ch’oles, tojolabales y zoques, así como indígenas de América Latina, donde, desde el CELAM, he podido acompañar procesos de inculturación del Evangelio y de la Iglesia.

Una Iglesia encarnada en las culturas

P.- ¿Se siente “el cardenal de los indígenas”?

R.- También he podido servir, en Chiapas, a los migrantes que pasan hacia el Norte, y a los no indígenas, tratando de ser puente entre culturas, a veces antagónicas.

P.- ¿Quedan sombras de sospecha sobre la consolidación de una Iglesia autóctona e inculturada como la chiapanenca?

R.- Desde mi antecesor, monseñor Samuel Ruiz García (+), la Iglesia diocesana de San Cristóbal de Las Casas se ha propuesto llevar a cabo lo indicado por el Vaticano II: ser una “Iglesia autóctona”, en el sentido del propio Concilio en su decreto Ad gentes, 6. No es una Iglesia autónoma, sino encarnada en las culturas, no solo indígenas, aunque sí primordialmente. Y es un trabajo eclesial, no solo de los obispos. Mi sucesor, monseñor Rodrigo Aguilar Martínez, acompaña este proceso.

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