Gonzalo de Villa y Vásquez: “La Iglesia en Guatemala está desbordada por la pandemia”

arzobispo primado de Guatemala

Después de 13 años pastoreando la Diócesis de Sololá-Chimaltenango, a principios de este mes, el jesuita español Gonzalo de Villa y Vásquez tomaba posesión como nuevo arzobispo primado de Guatemala “con la confianza puesta en Dios”. La evolución de la pandemia, la precaria situación de la sanidad, la corrupción de la clase política o el éxodo migratorio son algunas de las principales preocupaciones del también presidente de la Conferencia Episcopal del país desde 2017.



PREGUNTA.- ¿Cómo ha acogido este nuevo encargo del Papa?

RESPUESTA.- Con fe, sabiendo que es una tarea grande, que estamos en tiempos de pandemia, pero que si el Señor, a través del Papa, me confía un encargo, trataré de responder con la mayor confianza en Dios y la mayor diligencia en lo que mis pobres fuerzas puedan dar de sí.

P.- ¿Está la pandemia bajo control en Guatemala o, simplemente, es una prueba más del olvido informativo que sufren países como el suyo?

R.- La pandemia es un problema real en Guatemala, como en tantas otras partes del mundo. Oficialmente, tenemos unos 2.800 fallecidos y unos 70.000 contagiados. Aunque hay mucho subregistro, porque a veces la gente, ante la precaria situación de la sanidad pública, se refugia en casa y no se sabe cuántos sobreviven o no.

Precariedad de la salud pública

P.- ¿Cómo están respondiendo los responsables políticos del país a este enorme desafío que vive hoy el mundo entero?

R.- La Iglesia ha denunciado la corrupción y la injusticia que sufre Guatemala, y entre la clase política abunda gente no muy bien considerada, pero creo que ahora mismo los responsables políticos hacen lo que pueden. Sí es cierto que la gente esperaría una mayor reacción política en el contexto de un país como el nuestro.

P.- La crisis socio-sanitaria ha destapado las carencias estructurales de muchos países. ¿En qué se está haciendo notar más en Guatemala?

R.- Ciertamente, en la precariedad de la salud pública, que es muy grande. Esto también pone al descubierto que el COVID-19 no está afectando a todos por igual: ante un eventual contagio, las personas con mayor capacidad económica, con más recursos, cuentan con mayores posibilidades de sobrevivir; no así mucha gente, sobre todo de las áreas rurales, muy dejada de la mano de Dios. Es verdad que se han levantado muchos hospitales temporales y que el Gobierno ha hecho esfuerzos en esta crisis, aunque muy lentos, por la terrible burocracia en el desembolso de las partidas del Estado destinadas a ello.

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