Los obispos del suroccidente colombiano alzan su voz ante la “grave situación de violencia y atropello de los derechos humanos” en la región

El asesinato de al menos una veintena de jóvenes entre los 14 y 25 años en el suroccidente de Colombia enlutan a todo el país. Con dolor y tristeza ante los hechos ocurridos en los departamentos de Cauca y Nariño en los últimos días, los obispos de la Provincia Eclesiásticas de Popayán han levantado su voz ante la “grave situación de violencia y atropello de los derechos humanos que atraviesan los dos departamentos”, sumándose a las manifestaciones de rechazo e indignación de varias organizaciones eclesiales, incluyendo la Conferencia Episcopal de Colombia y las arquidiócesis de Bogotá y de Cali.



A través de un comunicado conjunto, suscrito por los obispos Iván Antonio Marín, de la arquidiócesis de Popayán; Enrique Prado Bolaños, de la diócesis de Pasto; José Saúl Grisales, de la diócesis de Ipiales; Orlando Olave Villavona, de la diócesis de Tumaco; Carlos Correa Martínez, del vicariato apostólico de Guapi; y Óscar Múnera Ochoa, del vicariato apostólico de Tierradentro; la Iglesia expresa su “cercanía y solidaridad a las familias de los jóvenes vilmente asesinados en los municipios de Samaniego y otras regiones del suroccidente colombiano”, al tiempo que reiteran su preocupación por los hechos de violencia que se viven en sus jurisdicciones.

El desprecio por la vida

La muerte de estos jóvenes, no puede verse como un hecho aislado“, denuncian los obispos en su comunicado, aseverando que “son el reflejo de una grave problemática social y económica, que se suma a la presencia de cultivos ilícitos, narcotráfico, minería ilegal, control del territorio y grupos armados al margen de la ley, que se agrava en puntos neurálgicos de nuestras diócesis y que en los últimos días ha dado muestra de un desprecio por la vida inimaginable”.

En este sentido, los prelados recuerdan, una vez más, que “la vida es un don Sagrado que Dios nos regala” y se constituye en principio fundamental de las relaciones humanas y comunitarias, “para que la respetemos, la valoremos y la cuidemos”

Seguir aportando a la construcción de la paz

Debemos rechazar todas aquellas formas de violencia que fragmentan la construcción de un país, respetando siempre los derechos fundamentales”, claman los pastores del suroccidente colombiano, renovando su compromiso pastoral con el desarrollo humano integral y la implementación de iniciativas que sigan aportando a la construcción de la paz, a la luz de la doctrina social de la Iglesia.

Asimismo, los prelados hacen un doble llamado:

  • Al Estado, para que garantice una mayor presencia “con efectiva y planificada inversión social que genere oportunidades de vida”, particularmente en la comunidades afectadas por la violencia y priorizando la creación de mejores alternativas para los jóvenes.
  • A los grupos armados, para que, en medio del conflicto, respeten el derecho internacional humanitario y comprendan “que la violencia no es la solución a las necesidades históricas que ha vivido nuestro territorio, al contario, genera más violencia”.

No perder la esperanza

De manera especial, los obispos han dirigido una palabra a los jóvenes, invitándolos a “no perder la esperanza” y manifestándoles su solidaridad: “nos unimos a sus rechazos frente a los atropellos de la juventud y recordamos a toda la sociedad el deber de ofrecerles oportunidades para que puedan alcanzar la realización plena de sus ideales”.

Implorando la intercesión de Jesús y de María, bajo la advocación de Nuestra Señora de Las Lajas, los prelados oran para que a todos proteja y guie en el difícil camino hacia la paz.

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