Las ‘obispas’ de Las Huelgas que solo rendían cuentas ante reyes y papas

religiosas de espaldas con hábito azul

Aunque hoy parezca increíble, durante muchos siglos, en España, hubo monjas que acumulaban más poder político, social y religioso que muchos obispos. Se trató de las abadesas del Monasterio de Las Huelgas, en Burgos, entre el siglo XII y el XIX.



La comunidad cisterciense fue fundada en 1187 por el rey Alfonso VIII de Castilla, con la idea de que el monasterio fuese el panteón real. Pero, según varios historiadores, la verdadera impulsora de la obra fue su esposa, Leonor de Plantagenet, deseosa de que fuera una realidad eclesial femenina y en la que estas fueran autónomas, no dependiendo del obispado burgalés ni de ninguna otra instancia de la Iglesia, siempre, claro, en manos de hombres.

Abadesa Huelgas

Fuerte patrimonio propio

Por ello, desde la fundación, dotaron al Monasterio de Las Huelgas de un potentísimo patrimonio propio, donando para ello los propios reyes decenas de sus tierras en la zona. Fue así como desde el principio se convirtió en un señorío que recaudaba sus propios impuestos y del que, por tanto, dependía mucha gente.

Ante tal poder político, económico y religioso, los propios papas (empezando por Clemente III, quien aceptó de inmediato la propuesta fundacional de los reyes) protegieron a esta comunidad femenina, que solo rendía cuentas ante ellos y ante la Corona castellana. Así, en la época, pocos eran los obispos españoles que acumulaban una influencia similar a la de las sucesivas abadesas de Las Huelgas, siendo la segunda de ellas la infanta Constanza, hija de los propios reyes Alfonso VIII y Leonor.

Control de los sacramentos

Fue tal la influencia de las abadesas que ellas mismas, por mandato directo de la Santa Sede, eran las que tenían autoridad sobre los sacerdotes de su señorío, dándoles ellas la licencia para impartir los sacramentos. A nivel jurídico, al contar con su propio fuero, se encargaban de impartir justicia y de nombrar a las respectivas autoridades civiles.

Su estrecha relación con la Corona se concretó, además de en ser el panteón real, en el hecho de que muchas abadesas siguieron la estela iniciada por la infanta Constanza y fueron hijas y familiares de los sucesivos reyes castellanos. De este modo, se culminó el sueño de Leonor de Plantagenet, quien deseaba que las mujeres de la familia real que no estaban destinadas a ceñirse alguna corona por vía matrimonial pudieran desempeñar un importante poder real. De ahí que, para visibilizar esa autonomía de gobierno, también en lo eclesial, muchas abadesas optaron por llevar mitra y báculo, símbolos teóricamente reservados a los obispos.

Abadesa Huelgas 2

Pío IX acabó con su autonomía

Aunque hubo diversas etapas y paulatinamente fue debilitándose su poder, tal situación se mantuvo hasta 1873, cuando el papa Pío IX, a través de la bula ‘Quae diversa’, acabó con la autonomía de las comunidades religiosas femeninas.

Pese a que, a nivel histórico, este cerrojazo es relativamente reciente y, en comparación, hablamos de seis siglos de un inmenso poder, apenas queda memoria social de que en España hubo algunas mujeres en la Iglesia que mandaron más que muchos obispos, quedando solo por debajo de reyes y papas. ¿La explicación? Seguramente sea la misma que haya sepultado a tanto genio femenino que marcó una época en su tiempo y que hoy permanece en el olvido, a diferencia de lo que hicieron reyes, emperadores, papas, obispos, escritores o pintores.

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