Semillas de esperanza en tiempo de coronavirus: Vivil al fin tiene un hogar

Vivil y Fredy Elie, Haití

En medio de la pandemia del coronavirus, con tanta muerte, tanto sufrimiento y tanto auge de ‘ismos’ odiadores, hay también espacio para historias sencillas y breves, pero desbordantes de fe y esperanza.



Una de ellas nos la trae el haitiano Fredy Elie, sacerdote y religioso paúl. Volcado desde el inicio de su ministerio con los más golpeados por la vida (desde los niños huérfanos del terremoto de 2010 hasta las comunidades rurales abandonadas por la Administración), él siempre ha tenido claro que la mejor respuesta es generar oportunidades de salir adelante uniendo y fortaleciendo a la gente que comparte los mismos problemas.

Una frase de san Vicente de Paúl

Ante la prueba del coronavirus, ha aplicado la misma medicina del alma y se ha quedado “con esta frase de san Vicente de Paúl que aprendí al entrar en la congregación: ‘¿Cómo se puede ser cristiano y ver afligido a un hermano sin llorar con él ni sentirse enfermo con él?’. Eso es no tener caridad; es ser cristiano en pintura”.

Dicho y hecho, el padre Fredy lleva estos tres meses sintiendo que “esa frase, que siempre me guiaba en la vivencia del Evangelio, vuelve a resonar en este tiempo de pandemia. Desde la inquietud que iba creciendo en mí al ver a tantas y tantas personas pasando hambre, sobre todo en los montes y en los campos, sin ningún servicio de base, vi en ellas lo que son: personas humanas con dignidad. Así, nos hemos puesto una vez más en camino.… Un camino especial, que sale de Jerusalén a Jericó, y en el que nuestra preocupación son exclusivamente los heridos de la vida al borde del camino”.

Con su bastón y su perro

“Un día –relata el religioso paúl–, al salir a repartir comidas calientes a estas personas, nos topamos con un hermano que nos llamó la atención: era Vivil, a quien conocemos desde hace más de 30 años. Es un ciego que siempre caminaba por aquí y por allá pidiendo limosna, acompañado siempre de un bastón y un perro. No sabía que estaba vivo todavía. Guiado por una joven, llegamos a localizarlo plantado en la galería de una casa abandonada. Llevaba varios meses allí…”.

Tras “bañarlo, vestirlo y ponerlo en una cama”, publicaron su foto en las redes sociales y pidieron ayuda. “Y… ¡milagro! Esta llegó a través de una religiosa de Puerto Rico que nos ayudó a localizar un albergue para ancianos en Puerto Príncipe. Lo fuimos a buscar y le llevamos a este lugar, donde ahora vive feliz”.

El camino de Jericó

En medio de tanto sufrimiento (ha visto morir estas semanas a varias personas muy queridas), el padre Fredy vuelve a sonreír: “Queremos que sean más los que nos acompañen y vengan con nosotros por este camino de Jericó, el de nuestro diario vivir, donde muchos Vivil nos están esperando. Son torturados, maltratados, heridos por las adversidades de la vida… Muchos viven en soledad, sin familia, pero están esperando por nosotros”.

Noticias relacionadas
Compartir