El Vaticano reclama a los estados que desinviertan en armas para invertir en alimentos

“El Covid-19 ha comenzado como un problema de salud, pero ha afectado drásticamente a la economía, el empleo, los estilos de vida, la seguridad alimentaria, el papel principal de la inteligencia artificial y la seguridad en internet, la política, la investigación…”, ha expresado el cardenal Peter Turkson. en la rueda de prensa telemática de esta mañana sobre la acción de la Iglesia ante el coronavirus, la crisis alimentaria y la ecología integral.



El Dicasterio para el Servicio al Desarrollo Humano Integral tiene la misión de ocuparse de los desafíos de la pandemia. De hecho, por encargo papal, la recién estrenada comisión anticoronavirus tiene previsto, durante un año, “preparar el futuro, anticiparnos”, ha señalado el prefecto parafraseando a Francisco.

Un mundo sin armas

“El coronavirus está aumentando los problemas relacionados con los alimentos. La crisis alimentaria, como la provocada por el Covid-19, es internacional y las consecuencias socioeconómicas crecen de manera desproporcionada e incluso catastrófica”, ha indicado Augusto Zampini-Davies, secretario adjunto del Dicasterio.

Según Zampini, “nos enfrentamos a un grave riesgo en la seguridad alimentaria. La crisis alimentaria provoca hambre, el hambre afecta a las personas más pobres y aumenta la inseguridad. La inseguridad conducirá a la violencia y a más conflictos, lo que a su vez causará más pobreza”, ha agregado, para luego resaltar que, “aunque el Covid-19 ha destacado la fragilidad de nuestros sistemas alimentarios, todavía estamos a tiempo de cambiar, tanto en los patrones de producción y consumo como en las acciones públicas y privadas”.

El sacerdote argentino ha resaltado 5 medidas urgentes que pueden llevarse a cabo ya a nivel mundial.

  1. Acelerar las mejoras en la productividad agrícola pero vincularlo con la protección de los ecosistemas naturales y las prácticas sostenibles.
  2. Apoyar la causa de la comunidad internacional sobre coaliciones alimentarias.
  3. Animar a desviar fondos de armas a alimentos.
  4. Desarrollar un conjunto de medidas laborales de emergencia para las personas que trabajan en el sector agrícola (aparte del sector de la salud).
  5. Apoyar y promover políticas que aborden la emergencia climática para contrarrestar sus efectos en las comunidades y países más pobres, particularmente sus impactos en la producción de alimentos.

Asimismo, Zampini ha querido involucrar a todos los cristianos con acciones a realizar en el día a día, como reducir el desperdicio de alimentos o comenzar a cambiar nuestras dietas, comer alimentos de temporada y evitar productos altamente contaminantes.

La deuda de los pobres

Por su parte, hoy ha intervenido también el secretario general de Caritas Internationalis, Aloysius John, quien ha dado cuenta de los 14 proyectos postcoronavirus que ya han sido aprobados y financiados. Además, a través del Fondo de Respuesta COVID-19, Caritas está ayudando a más de 7,8 millones de personas en 14 países.”Gracias a estos proyectos, se ayuda a las familias con asistencia alimentaria básica, kits de higiene, artículos como jabón, pañales y asistencia en efectivo para el alquiler y otras necesidades urgentes”, ha expresado.

Así, “la creación de conciencia también es una acción crucial para la prevención y la mitigación: Caritas proporciona a las personas en riesgo información confiable sobre la pandemia y la forma en que las comunidades pueden protegerse a sí mismas y a los demás”, ha dicho John.

En este momento “dramático”, en el que toda la humanidad debe unirse solidariamente ante esta pandemia, Caritas Internationalis reitera su llamamiento a la comunidad internacional para:

  • Eliminar las sanciones económicas a Irán, Líbano, Siria, Libia y Venezuela para garantizar la ayuda a la población afectada.
  • Cancelación de la deuda de los países más pobres o, al menos, la cancelación de pagos de intereses de deuda para 2020.
  • La ayuda internacional continúe siendo donada a países necesitados y no desviada para otros fines.

Un mundo vulnerable

Por último, el secretario del Dicasterio, Bruno Marie Duffé, puso sobre la mesa la vulnerabilidad que ha dejado el Covid-19. “Nuestra vulnerabilidad física y social: no podemos seguir creyendo que todos somos poderosos e inmunes a los trastornos naturales y climáticos; nuestra vulnerabilidad política e ideológica: la pandemia ha evidenciado nuestro déficit de pensamiento, anticipando crisis y el déficit de invertir en equipos sanitarios y prevención; y nuestra fragilidad económica: hoy estamos redescubriendo la salud y la solidaridad como condiciones y pilares de nuestra economía”.

Duffé ha destacado tres urgencias ante la pandemia: “Compartir nuestros medios para salvar vidas, sin discriminación alguna; expandir proyectos de asistencia conjunta y otorgar ayuda a países y comunidades locales que lo necesiten; y desarrollar el pensamiento y las propuestas con una visión profética, para los actores económicos y los líderes políticos, a fin de identificar qué tipo de modelos y procesos económicos queremos implementar, en este contexto de miedo y conflictos de intereses”.

Durante su intervención, Duffé ha recalcado también que la misión de la Iglesia ante el coronavirus tiene cuatro patas: “Escuchar y acompañar a las personas en su sufrimiento; proponer una reflexión sobre el vínculo entre las dimensiones sanitarias, ecológicas, económicas y sociales de la crisis; apoyar nuevas opciones para cuidar la naturaleza, la biodiversidad y los seres humanos; y abrir nuestras puertas y ofrecer esperanza”.

Noticias relacionadas
Compartir