Gema Juan: “Los monasterios son espacios de compromiso por la vida de las mujeres”

  • “Compartimos muchas reivindicaciones del feminismo, aunque somos críticas con otras”, afirma la priora del convento de la Sagrada Familia de Puzol
  • La carmelita descalza asegura que “hay machismo en la Iglesia y una desigualdad que no pertenece al Reino”
  • ESPECIAL: Vida Nueva celebra en marzo el mes de la mujer

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Teresa de Jesús, como nos mostró con su característico gracejo José María Javierre en la biografía de la fundadora, era “enemiguísima de ser monja”. Y menuda la que montó. Aquella imagen sobre la vida conventual de clausura perdura de alguna manera en nuestra sociedad, y de manera acentuada en muchas mujeres, que no comprenden ese estilo de vida.

Sin embargo, basta con asomarse a algunos de esos monasterios para comprobar que nada del mundo les es ajeno y que su condición de mujer permea su vocación con tanta o más coherencia que quien lo hace sosteniendo una pancarta. Solo basta con escuchar, por ejemplo, a Gema Juan, priora del monasterio de las carmelitas descalzas de la Sagrada Familia de Puzol, en Valencia.


 PREGUNTA.- ¿Cómo se vive el despertar de las reivindicaciones feministas desde un convento de clausura?

RESPUESTA.- Las reivindicaciones feministas tienen una larga trayectoria. Todo lo que tiene que ver con el feminismo, que es el principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre, tiene eco e implicación para nosotras. De igual modo que el feminismo no es homogéneo, tampoco lo es nuestra respuesta. Pero, si nada humano nos resulta indiferente, menos aún la reivindicación de algo que está en la entraña cristiana, como es el hecho de que en Jesús todos somos iguales.

P.- ¿Comparten las reivindicaciones que hacen esas miles de mujeres en la calle?

R.- Como he dicho, el feminismo no es homogéneo, de modo que hay diferencias a la hora de respaldar las reivindicaciones. Por tanto, compartimos muchas reivindicaciones y somos críticas con algunas. No hay un pensamiento único, tampoco entre nosotras, sobre esta cuestión y eso es esencial para que el camino sea más auténtico.

Tópicos sobre la clausura

P.- Algunas de esas mujeres no comparten su forma de vida, encerradas y “sometidas” a un Esposo. ¿Les duele que las consideren un vestigio del pasado?

R.- Es comprensible que haya mujeres, y también varones, que no entienden nuestra vida. Hay mucho desconocimiento sobre nuestra realidad y forma de vivir, y se manejan muchos tópicos sobre el encerramiento, sin pararse a pensar sobre la forma de libertad y de autodeterminación que supone nuestra vida desde sus mismos orígenes.

P.- ¿Hay machismo en la Iglesia? ¿Cómo se lleva que algunos clérigos crean y actúen con algunas congregaciones femeninas como si fuesen meras comunidades que están al servicio de ellos?

R.- Hay machismo, sí. Es muy costoso ver cómo algunos clérigos no están siendo capaces de reconocer el modo de hacer las cosas de Jesús, siempre inclusivo, siempre en igualdad, siempre invitando al mutuo servicio. Eso genera una desigualdad que no pertenece al Reino y es, por tanto, una situación que debe ser superada en la Iglesia. La frustración que esto produce la convertimos en un motor de trabajo y esperanza para dejar atrás esta realidad, negativa para todos.

Monasterios con voz propia

P.- ¿No han sido muchos conventos de clausura focos de dignificación de la mujer desde hace siglos?

R.- El monasterio es, por definición, un lugar de libertad y dignidad, un espacio de compromiso por la vida y, en concreto, por la vida de las mujeres. Desde sus orígenes, la historia de los monasterios de vida contemplativa muestra cómo las mujeres han tenido voz propia en ellos, posibilidad de desarrollar sus capacidades y apertura para comunicar su experiencia.

P.- ¿Fue feminista santa Teresa de Jesús en su época?

R.- Teresa de Jesús fue una mujer libre y auténtica, que rompió esquemas establecidos en una Iglesia y sociedad profundamente patriarcal, en la que criticó el sometimiento injusto en que vivían las mujeres. Cada vez que vio cercenadas sus posibilidades de formación o expresión, encontró un modo positivo de superarlas y de unir a otras mujeres en ese camino. Logró que muchos varones asumieran un nuevo modo de relacionarse con las mujeres y animó siempre a sus hermanas a responder con verdad a los eclesiásticos, aunque fuera para desdecirlos y a recorrer su propio camino, porque, en Cristo, había descubierto el igual valor de todo ser humano, varón o mujer.

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