Coronavirus, la otra Cuaresma

Interior de Iglesia desinfectando por coronavirus

Era 1 de diciembre. Día Mundial de la Lucha contra el Sida. Primer positivo por coronavirus en Wuhan, la ciudad más poblada del centro de China. Nada hacía presagiar que tres meses después la Organización Mundial de la Salud hablaría de otra pandemia. El 31 de diciembre, primeros casos fuera de esta población, solo un mes después viaja hasta la isla de La Gomera.



La fe, también se contagia. Y dos iglesias evangélicas ven los primeros días de marzo cómo varios de sus fieles son ingresados a causa de la enfermedad, con escaso índice de mortalidad, salvo en casos donde existen patologías previas o en personas de avanzada edad. También algunos sacerdotes españoles han dado positivo en el test realizado por los sanitarios.

El primero, el párroco del Sagrado Corazón de Jesús de Burjassot (Valencia), según avanzaba Levante-EMV, aclarando que su estado era estable. Asimismo, Madrid registraba otro positivo, según ha podido saber Vida Nueva. Tras estos dos casos, la archidiócesis de Barcelona confirmaba también el 10 de marzo el positivo del presbítero que está al frente de las parroquias de Sant Sebastià y Santa Maria Magdalena.

Los niños, potenciales transmisores, en casa, tras registrarse casos en varios centros españoles. En conversación con esta revista, José María Alvira, secretario general de Escuelas Católicas, transmite un mensaje de “calma y tranquilidad”. “La situación es seria, pero no hay que crear más alarma de la necesaria, debemos contribuir a no generar más pánico en la sociedad. No obstante, todos los centros católicos seguimos las directrices del Ministerio de Sanidad, que son razonables”, admite el marianista apoyando las medidas dictadas.

Fin de los besamanos

En este tiempo de preparación a la Pascua, son numerosos los tradicionales besapiés y besamanos en nuestro país. Ante los multitudinarios actos, foco de propagación de la enfermedad, la Iglesia ha seguido las indicaciones de Sanidad ofreciendo a los fieles demostrar su devoción con una reverencia, pues, como decía una mujer a los pies del Jesús de Medinaceli, “cuando hay fe, con acercarse es suficiente”. Lo mismo le ocurrió al siempre querido apóstol Santiago, que este año se quedó sin abrazos.

Ante la alarma por el coronavirus, la otra Cuaresma, el Papa ha hecho un llamamiento a los obispos de todo el mundo para que “alienten a los fieles a vivir este momento difícil con la fuerza de la fe, la certeza de la esperanza y el fervor de la caridad”. Un guante recogido por José Mazuelos, obispo de Jerez, quien como médico y pastor, habla con mayor conocimiento de causa.

“Es necesario tranquilizar a la gente, ya hay bastante alarma como para que las autoridades alarmen más”, dice el prelado a este semanario tras explicar que el virus no es capaz de infectar a un metro de distancia y que parece, según las pocas evidencias científicas, que por encima de los 25 grados no tiene mucha vida.

“No generar miedo”

Del sur al centro del país, Rafael Torregrosa, capellán del Hospital Virgen de la Salud de Toledo, invita a confiar. “Nos tenemos que fiar de las autoridades, porque toman medidas en función del asesoramiento de los sanitarios”, dice el sacerdote al tiempo que recuerda que “abandonar la calma nos hace mal”. Instó a seguir visitando a los enfermos, como ha pedido el Papa. Y a no abandonar a los débiles, como, en medio de esta crisis, recuerda Sant’Egidio, que ha hecho un llamamiento “urgente” para proteger a los “amigos” de la calle.

En Valdemoro cada día crece la preocupación después de que un centro de mayores cerrara al detectarse un positivo. Patxi Bronchalo, párroco de Nuestra Señora de la Asunción, atiende a esta revista justo cuando llega de un entierro, para el que por primera vez ha usado mascarilla. “Al principio se veía el virus lejos, incluso la gente hacia bromas, pero ahora existe preocupación”, explica el sacerdote youtuber sin ánimo de alarmar.

Una situación anómala es la que vive también Vitoria. “Estamos preocupados por la gente, pero no queremos crear ninguna alarma”, dice Carlos García, vicario general de la diócesis, a quien el obispo, Juan Carlos Elizalde, ha confiado el volante de esta crisis. El salesiano ha querido trasladar en todo momento a los fieles que hay que seguir a rajatabla las recomendaciones de las autoridades. Y, en un gesto de responsabilidad, se ha convertido en la primera diócesis española en suspender el culto.

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