El Vaticano se pregunta si el matrimonio entre bautizados no creyentes se ha de considerar sacramento

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Un documento de la Comisión Teológica Internacional se pregunta si la unión matrimonial entre “bautizados no creyentes” debe –o no– considerarse un sacramento. El texto, publicado hoy, 3 de marzo, y recogido por Europa Press, ha sido elaborado por este órgano asesor de la Santa Sede, y fue aprobado por el Papa el 19 de diciembre de 2019.



“Una cuestión que la reciprocidad entre fe y sacramentos no podía dejar de lado: la dilucidación de si la unión matrimonial entre ‘bautizados no creyentes’ se ha de considerar sacramento”, se puede leer en el capítulo 4 del texto, fruto de un trabajo de cinco años de la Comisión.

“No pocos católicos se han hecho a la idea de que la sustancia de la fe radica en vivir el evangelio, despreciando lo ritual como ajeno al corazón del evangelio y, consecuentemente, ignorando que los sacramentos impulsan y fortalecen la vivencia intensa del mismo evangelio”, matiza el texto.

“Superar la fractura entre fe y sacramentos”

De la misma manera, el documento pone de manifiesto la necesidad de resaltar “la esencial reciprocidad entre fe y sacramentos, mostrando mutua implicación entre fe y sacramentos en la economía divina”. Por ello, los teólogos pretenden “contribuir a superar la fractura entre fe y sacramentos allí donde se dé, en su doble vertiente: ya sea una fe que no sea consciente de su esencial sacramentalidad; ya sea una praxis sacramental realizada sin fe o cuyo vigor plantee serios interrogantes con relación a la fe y la intención fiducial que la práctica de los sacramentos requiere”.

“Este capítulo ilustra que una celebración de un sacramento sin fe carece de sentido por contradecir la lógica sacramental que vertebra la economía divina, que es constitutivamente dialogal”, subraya la Comisión. Por otra parte, la Comisión Teológica plantea que la humanidad de Jesucristo es “cauce efectivo de la salvación de Dios”. Sin embargo, esta eficacia no reviste un carácter automático, ya que “requiere un contacto adecuado con ella: humilde, suplicante, abierto al don”.

“Todas estas actitudes desembocan en la fe, como el medio más apto para recibir la oferta de salvación”. Asimismo, el documento afirma que en los sacramentos se “actualiza” la fuerza sanadora del cuerpo de Cristo, que es la Iglesia, con el objetivo de sanar la herida del pecado.

“Dinamismo misionero”

Además, el texto remarca que “la sacramentalidad propia de la fe comporta siempre un dinamismo misionero”, pues “nadie recibe los sacramentos en exclusiva para sí mismo, sino también para representar y fortalecer la Iglesia, que, como medio e instrumento de Cristo”. Por eso, el católico ha de ser testigo “creíble” y “signo eficaz de la esperanza contra toda esperanza testificando para el mundo la salvación de Cristo, sacramento de Dios por antonomasia”. Así, la Comisión apunta que a través de “la celebración de los sacramentos y la vivencia adecuada de los mismos el Cuerpo de Cristo se robustece”.

En definitiva, lo que propone el texto es una “delicada tarea para los pastores y para todos los agentes implicados en la pastoral matrimonial”, a través de la cual puedan “ayudar a los futuros cónyuges a crecer en su fe hacia lo que significa el matrimonio”.

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