El nuevo presidente de los obispos españoles tendrá un Consejo de cardenales para asesorarle

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Aprobados en la Plenaria de otoño de 2019, la Asamblea episcopal de primavera que se inaugura este 2 de marzo, estrena funcionamiento con sus nuevos Estatutos, tras la preceptiva aprobación por parte de la Santa Sede. Fue uno de los objetivos que se plantearon en el plan pastoral para 2016-2020, que ahora concluye, y aunque levantó suspicacias en sus primeras formulaciones, fue aprobado sin mayor problema.



Como principales novedades, se puede decir que aumenta el número de miembros de su Comisión Ejecutiva (antes Comité Ejecutivo), que pasa de siete a nueve para “fomentar la pluralidad”, según señalan desde Añastro a Vida Nueva, pero recorta el número de comisiones episcopales, que pasan de 16 (con una veintena de departamentos correspondientes) a solo 10, lo que supone una pérdida de cuota de poder para los obispos, dado que los presidentes de estos organismos forman parte de la Comisión Permanente.

Otra novedad consiste en la creación del Consejo de cardenales, formado por todos los purpurados miembros de pleno derecho de la Conferencia, cualquiera que sea su edad, y también por aquellos cardenales que han sido miembros de la Conferencia y han pasado ya a la condición de arzobispo u obispo emérito, siempre que no hayan cumplido los ochenta años.

También el nuncio

Entre los cometidos de este consejo cardenalicio –para el que en la actualidad habría cuatro miembros que reunirían los requisitos– están los de “recibir y resolver las reclamaciones de los miembros de la Conferencia en relación con el cumplimiento de los Estatutos” o “asistir al Presidente con su parecer, cuando este lo solicite, sobre problemas estatutarios, de procedimiento u otros que conciernan a la Conferencia Episcopal”. El nuncio, cuando asista a las reuniones de la Conferencia, será miembro de honor del Consejo de cardenales.

Asimismo, en una puesta por la colegialidad, ganan importancia en la nueva reforma que conllevan estos Estatutos las provincias eclesiásticas, cuyos metropolitanos formarán parte de la Permanente y que, entre otras atribuciones, ahora podrán pedir la inclusión de temas en el orden del día de las asambleas plenarias o disponer de “un turno de intervención especial” en los asuntos de mayor importancia que se traten.

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