Braulio Rodríguez Plaza se ha despedido esta mañana de la archidiócesis de Toledo. Al comienzo de la eucaristía de la toma de posesión de Francisco Cerro, el ya arzobispo emérito fue el responsable de darle la bienvenida en calidad de administrador apostólico.
Y lo hizo con una alocución en la que animó a Cerro continuar “siendo un pastor de corazón grande, en una Iglesia con mucho amor de Dios, con gran dinamismo evangélico, misionero; con creatividad pastoral en sus fieles laicos, sus sacerdotes, sus consagrados, hombres y mujeres muy metidos en la entraña de esta Iglesia, abiertos al mundo que nos rodea”.
Protección de la familia
“Cuida de la familia y de los que trabajan por la familia, todo cuanto se haga por la familia cristiana será siempre poco”, le encomendó, además de invitarle a “tener en cuenta a los más pobres” así como a ser aliento para “los que se esfuerzan en la escuela católica y en la escuela pública”.
“Los fieles laicos han despertado y quieren despertar al resto de sus hermanos con una presencia pública sin miedos”, le recordó también, a la vez que le instó a cuidar la piedad popular “auténtica”. “No olvides la vocación laical”, subrayó Rodríguez Plaza: “Si te ven cerca de ellos, con ellos, confiando en ellos, tendrán muchas alegrías que solo en la Iglesia se experimentan, sobre todos sus pastores”.
Agradecido por los casi once años que ha estado al frente de la diócesis manchega, llamó a su sucesor a seguir custodiando y alentando el rito hispano mozárabe, no como “simplemente una curiosidad litúrgica, sino una ayuda a vivir la fe al celebrarla con la espiritualidad que contiene”.
