Las 6 propuestas de los obispos para vivir la santidad en la familia

  • En el domingo de la Sagrada Familia, la Subcomisión para la Familia y la Defensa de la Vida propone descubrir la familia como “escuela y camino de santidad”
  • El horizonte del matrimonio y de la familia es la totalidad del amor de Cristo, y por eso se puede decir que el matrimonio y la familia están llamados en Cristo a la santidad”, aseguran

En el domingo de la Sagrada Familia, los obispos Subcomisión para la Familia y la Defensa de la Vida de la Conferencia Episcopal han propuesto como lema para la jornada de este año: “La familia, escuela y camino de santidad”. Vida Nueva repasa las 6 ideas claves del mensaje de los prelados sobre cómo entender la santidad en clave familiar. Un texto cuyas firmas encabeza Mario Iceta Gavicagogeascoa, obispo de Bilbao y presidente de la subcomisión.



1. Santidad como horizonte

La santidad no es solo un proyecto individual que depende de los esfuerzos de cada cristiano. La vivencia del amor que la vida matrimonial y familiar procura es camino concreto de santidad. Dice el mensaje que “el horizonte del matrimonio y de la familia es la totalidad del amor de Cristo, y por eso se puede decir que el matrimonio y la familia están llamados en Cristo a la santidad”.

Recorriendo algunos de los textos de Francisco, como ‘Gaudete et exsultate’ y ‘Evangelii gaudium’, los obispos dicen que el Papa “ha querido volver a presentar este horizonte de la santidad como meta de nuestras vidas”. “Todos estamos llamados a la santidad y que esta santidad es, en verdad, el nombre de nuestra misión”, dicen citando las palabras de Bergoglio, y es que “la misión de la familia es, pues, una misión de santidad y una llamada a amarnos en la radicalidad y totalidad del amor de Cristo a su Iglesia”.

2. Santidad cotidiana

“La vida familiar –escriben los obispos– cotidiana y concreta, con su increíble riqueza y variedad, ha de ser el contenido real de esa santidad a la que estamos llamados. No podemos esperar un camino de santidad al margen de las exigencias y responsabilidades cotidianas de la vida familiar práctica, mezclada además con el complicado entramado de obligaciones, intereses y condicionantes que nos vienen del mundo profesional, económico, cultural y educativo”.

Los obispos recalcan que “en ese camino concreto hemos de embarcarnos. Se habrá de ir llenando de acogida, de esfuerzo y entrega, de donación generosa, de trabajo y servicio generoso para poder así recorrer el camino de las Bienaventuranzas”.

3. La santidad es posible

Repasando el magisterio de Francisco, los obispos descubren muchas “referencias y ejemplos familiares que nos hablan de la santidad de la familia: nuestra propia madre o abuela se encontrarían entre esa ‘ingente nube de testigos’ que, ‘en medio de imperfecciones y caídas, siguieron adelante y agradaron al Señor’”.

Ejemplos cotidianos de santidad son “los padres que crían con tanto amor a los hijos o los que trabajan para llevar el pan a sus casas son muestras de esa santidad del Pueblo de Dios paciente”. Para los prelados, “tantas familias pueden ser esos ‘santos de la puerta de al lado’ con los que nos cruzamos habitualmente en nuestra vida cotidiana”.

Para el Papa, un ejemplo de la santidad vivida en comunidad es “el modelo de la ‘comunidad santa que formaron Jesús, María y José’, de la que dice que reflejó ‘de manera paradigmática la belleza de la comunión trinitaria’”.

4. La santidad como camino

La familia está, pues, llamada a esa perfección de la comunión de amor que se vive en la Trinidad, en un camino progresivo que conduce el amor conyugal a las cimas más altas de la caridad”, se lee en el mensaje. “El camino de la santidad ha de ser un camino propio, único y diferente para cada uno, que cada cual ha de discernir particularmente”, añaden.

En ‘Amoris laetitia’, señalan, “se propone una ‘via caritatis’ que discurre por el camino de las virtudes recogido en el himno a la caridad de san Pablo en su primera carta a los Corintios (el amor es paciente, servicial, no envidioso, humilde, amable, desprendido… hasta ‘dar paso a la caridad conyugal’, el amor santificado por la gracia del sacramento que nos hace capaces de amar como Cristo nos amó, alcanzando la plenitud a la que está ordenado interiormente el amor conyugal”. “Este camino tiene etapas y exigencias diversas, y habrá de acoger con esperanza y espíritu de combate todas las posibles situaciones y vicisitudes que pueden darse en el itinerario de nuestra vida”, recuerdan.

5. La santidad es realista

Para los obispos el “realismo y concreción de la santidad es muy apropiado para la consideración de la santidad en la familia”. “La vida familiar cotidiana y concreta, con su increíble riqueza y variedad, ha de ser el contenido real de esa santidad a la que estamos llamados”, indican.

Un realismo que sabe de las dificultades de cada día abriéndonos a los que más lo necesitan. “Debemos pedir y practicar en lo posible la mansedumbre y humildad en el trato cotidiano y en toda circunstancia. Debemos comprometernos, de alguna manera, como familia, con aquellos que lloran y esperan nuestra solidaridad y acogida caritativa familiar. Debemos crecer en justicia y, sobre todo, en misericordia, virtud central que, en la familia, se traduce en búsqueda de comprensión, en atención generosa, en perdón permanente y en consideración amorosa de todos”.

6. La santidad se contagia

“El influjo de la santidad del matrimonio es un auténtico faro para muchas familias, se extiende sobre muchas personas y de este modo se convierte en una ciudad encendida en lo alto del monte que no se puede ocultar y que ilumina el mundo con su luz”, concluye el mensaje.

Esta es la experiencia que se fraguó también en “el Hogar de Nazaret. Jesús, María y José” en el que “contemplamos el esplendor del verdadero amor”. “Santa Familia de Nazaret, haz también de nuestras familias lugar de comunión y cenáculo de oración, auténticas escuelas del Evangelio y pequeñas Iglesias domésticas”, imploran.

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