El Papa y el emperador de Japón: un apretón de manos a cambio de los fastos de antaño

Hace solo medio siglo la entrevista entre el Emperador del Japón y el Papa de Roma habría sido del todo diferente a la que han mantenido esta mañana Naruhito y  Francisco. El fastuoso protocolo de la casa imperial ha quedado reducido a las mínimas exigencias y el actual ocupante del “trono del crisantemo” ha recibido a su huésped vestido con un simple traje oscuro muy distinto de los imponentes hábitos que revistió durante las recientes ceremonias de su entronización.

El Papa llegó al Palacio Imperial poco antes de las once de la mañana ( las tres de la madrugada en España) y en la puerta principal lo recibió el 126º Emperador del imperio del sol naciente. No hubo ninguna ceremonia de acogida ni guardia de honor ni himnos oficiales; sólo un cálido apretón de manos entre dos hombres que representan cada uno de ellos instituciones milenarias.

La entrevista ha tenido una duración de media hora. Sin explicación alguna no fue presentada al Pontífice la Emperatriz  Masako que, como es sabido, tiene una formación muy ligada a la iglesia católica puesto que estudió el bachillerato con las Religiosas del Sagrado Corazón (fundadas por Santa Magdalena Sofía Barat) y fue alumna de la Universidad Sophia de Tokio fundada por los Jesuitas en el 1913 y que es una de las instituciones más prestigiosos del mundo cultural nipón.

Intercambio de regalos

Para Naruhito, que asumió el poder efectivo de la nación el 22 de octubre, el Papa es la primera personalidad de talla mundial que recibe y, aunque no ha habido información oficial  sobre los contenidos del encuentro, cabe suponer que evocaron el encuentro que protagonizaron hace 35 años en el mismo escenario san Juan Pablo II con el emperador Akihito llegado a sus 85 años rodeado del afecto y respeto popular y el que ambos mantuvieron en el Vaticano en el 2016 cuando Naruhito era solo príncipe heredero.

También es más que probable que hayan intercambiado opiniones sobre el tema del desarme nuclear y, desde otra perspectiva, sobre las Olimpíadas que tendrán lugar en la capital nipona en el año 2020. Como regalo Bergoglio ofreció a su anfitrión un mosaico que representa en el Arco de Tito en el Foro Romano.

Las relaciones entre el Japón y la Santa Sede se remontan al siglo pasado; en el 1942  el emperador Hirohito pidió al Vaticano establecer relaciones diplomáticas propuesta aceptada por el Papa Pio XII pero la guerra mundial interrumpió el proceso de acercamiento; en 1952 se erigió la Delegación Apostólica y en 1966  fue san Pablo VI quien erigió la Nunciatura Apostólica en Tokio .

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