Poco menos de 15.000 kilómetros separan Buenos Aires de Vasai en línea recta. Sin embargo, la distancia se acorta en lo pastoral y teológico cuando Felix Anthony Machado habla de Francisco. Las periferias unen al porteño con este indio que desde hace una década es arzobispo de la segunda región más poblada de la India.
PREGUNTA.- ¿Qué novedad aporta la teología del Papa para esta Iglesia de hoy?
RESPUESTA.- Todos los papas hacen su aportación para construir la teología, pero él lo hace desde la acción, porque considera que la teología debe vivirse, no debe ser un concepto abstracto. Durante muchos años he impartido teología en el gran seminario de Bombay y siempre he buscado como prioridad aplicarla a situaciones concretas. En la India es fácil hacerlo, porque, en cuanto sales a la calle, te topas con la pobreza.
P.- Pero esta forma de “hacer” teología supone un cambio, no sé si revolucionario, a la hora de trabajar, de investigar, de pensar…
R.- La gran revolución del Papa pasa precisamente por escribir la teología con la vida, no abstrayéndola. Es el acento de Jorge Mario Bergoglio que emana del planteamiento de san Francisco de Asís, capaz de descubrir a Dios en su entorno. Pues bien, Francisco decide mezclarse entre la gente, extender sus manos para tocar al pueblo, utilizar el lenguaje de lo cotidiano y alejarse de los conceptos que pocos entienden.
R.- He dejado entre sus manos un poliedro a modo de rompecabezas, que representa esa apuesta bergogliana por una teología y una Iglesia plural, multiforme…
Y desde ahí se puede decir que su teología es sana, porque aúna lo mejor de las metodologías inductiva y deductiva, tomando como punto de partida la experiencia humana. Creo que en la Iglesia habíamos olvidado el mundo en el que vivimos, habíamos construido demasiados ideales de Dios. Jesús nació en Belén, del vientre de una mujer, en la periferia, y termina sus días en una cruz en el Calvario. Así es la vida humana y desde ahí debemos hacer teología.
