Adalberto Jiménez es el primer obispo no español del vicariato de Aguarico (Ecuador), encomendado a la misión capuchina. El religioso y padre sinodal es sucesor de Jesús Esteban Sádaba y el mártir de la Amazonía Alejandro Labaka. Justo el 6 de octubre, día que dio comienzo el Sínodo Panamazónico en Roma, cumplió dos años de obispo.
PREGUNTA.- ¿Por qué era necesario un Sínodo para una región concreta?
RESPUESTA.- La Amazonía es uno de los pulmones del planeta. Su defensa no solo debe ocupar a la Iglesia, sino a toda la humanidad. Si desaparece la Amazonía, el mundo quedará herido de muerte. Que el Papa nos ponga en el centro nos llena de emoción, porque podemos llevar el grito de vida y muerte de la Amazonía. Queremos ser una voz de Dios acompañando a los pueblos con el anuncio del Evangelio y la denuncia contra el atropello a las culturas y a la depredación de las empresas petroleras y mineras. Quisiéramos que todos los católicos apuesten por salvar un lugar de injusticia como la Amazonía.
P.- ¿Qué frutos va a dejar esta asamblea?
R.- El post Sínodo es lo más importante, porque los documentos, como otras muchas veces, se pueden quedar en la estantería. Quiero hacer hincapié en un punto del ‘Instrumentum laboris’ que hablaba de crear una Comisión Episcopal Amazónica, de tal manera que no se olviden todos los temas que afectan a la región –defensa de los derechos humanos, apuesta por el desarrollo de los pueblos aborígenes, la formación de sacerdotes–.
P.- No le han faltado críticas a este evento…
R.- Lamentablemente, las críticas que vienen de la Iglesia son de personas que no conocen el lugar. Ni siquiera nos han visitado. Hay que dar un paso desde lo doctrinal a la práctica, porque lo que interesa es la vida. Y los cristianos tenemos que defender la vida. Dicen que esta defensa es una cuestión de izquierdas, del socialismo, del comunismo… No es verdad. Los incendios en Brasil se han dado con un presidente de derechas, mientras que en Bolivia con el mandato de un líder de izquierdas. Mañana ya será tarde para reaccionar a toda la destrucción de la vida por culpa de la acción del hombre.
P.- ¿Qué significa para el vicariato el ejemplo de entrega de Alejandro Labaka?
R.- Hemos recibido una herencia de martirio cruento e incruento. Los misioneros han sostenido este Sínodo; son el abono de Dios que sustenta la vida de los pueblos.
