Luis Argüello: “Para un pacto educativo tenemos que dejar de hacer ingeniería social en las escuelas”

  • El secretario general del Episcopado recuerda que a la Iglesia no solo le interesa la asignatura de Religión: “Nos interesa la educación en España”
  • El obispo auxiliar de Valladolid invita a los profesores a apoyar a Francisco en su cita del año 2020 por el Pacto Global por la Educación

luis arguello carlos esteban inmaculada florido en curso para profespotres de relugion madrid septiembre 2019

Conocimiento del tema y solvencia para defenderlo con fundamentación antropológica más allá del marco normativo. Esa fue la sensación que dejó la intervención del secretario general de la Conferencia Episcopal Española, Luis Argüello, en la conferencia que, bajo el título “Iglesia y educación en una sociedad democrática y plural”, impartió en la tarde del lunes 23 de septiembre dentro del Curso “Clase de Religión y Democracia. 40 años de una historia poco conocida”, organizado por la Delegación Episcopal de Enseñanza de Madrid.

Introducido por la delegada diocesana Inmaculada Florido y por el director de este curso para profesores de Religión, Carlos Esteban, el también obispo auxiliar de Valladolid comenzó su intervención haciendo un canto a favor de aquellos maestros rurales de su infancia, “que tenían que hacer malabarismos”, pero también a su madre, con la que empezó “a juntar letras” en el hogar familiar, la misma que, además, como ha confesado en otras ocasiones, fue su primera catequista y quien le transmitió la fe.

Tras esta leve concesión a la nostalgia, Argüello vertebró su alocución con la llamada del papa Francisco a un Pacto Global por la Educación, una convocatoria que se ha fijado para el 14 de mayo de 2020 y que, según el portavoz episcopal, pretende “conseguir una humanidad más fraterna en un mundo atravesado por múltiples crisis, en un verdadero cambio de época, donde cambian continuamente los puntos de referencia, cuando sabemos que, como dice un proverbio africano, para educar a un niño se necesita una aldea, es decir, implicación de la familia y la sociedad”.

Tres valentías

En este sentido, Argüello reivindicó la aportación de sentido que al respecto puede hacer la Iglesia en un mundo en donde “todo está en movimiento” y que, siguiendo la intuición ofrecida por Francisco, ha de venir acompañada de “tres valentías”: “La de poner a la persona en el centro; la de invertir las mejores energías con creatividad y responsabilidad; y la valentía de formar personas disponibles que se pongan al servicio de la comunidad”, apuntó el sacerdote palentino.

En esta misma línea, el secretario general del Episcopado reivindicó el papel que juega la Iglesia en España a la hora de intervenir en el tema educativo. “A la Iglesia no le interesa solo la asignatura de Religión y la escuela concertada: le interesa toda la Educación en España. Le preocupan esos dos tercios de alumnos que no van a la concertada o el cultivo de todas las dimensiones que influyen en la formación de un sujeto”. “¡Cómo no nos va a importar que se aprenda y desarrolle todo la capacidad para enseñar la matemática o la física, la historia o la filosofía, si nada de lo que es humano nos es ajeno desde el principio de la Encarnación que tratamos de presentar!”, enfatizó.

Niños y jóvenes en tierra de nadie

Para fundamentar su tesis, el pastor hizo un repaso de algunas de las leyes educativas, más recientes, afirmando que fue a partir de la ley del 90 [la Logse] cuando empiezan a entrar las propuestas constructivistas. “El constructivismo –prosiguió– domina el pensamiento actual, no contempla al ser humano como un datum, sino que habla de la libertad de decisión incluso en la propia corporalidad, un territorio para construir”, aunque advirtió de que “este constructivismo suele tener otra cara, que es la deconstrucción, es decir, destruir para volver a construir de nuevo, por eso hay tantos niños y jóvenes que pueden quedarse en tierra de nadie”.

Frente a ello, recordó que Francisco apela en ese Pacto Educativo Global a “un desarrollo integral”, donde “la libertad ha de entrar en coloquio con la verdad y con el bien”, y en esa libertad “plenamente humana”, como reclaman los textos conciliares sobre la educación, “los padres tienen el derecho a poder elegir que puedan dar a sus hijos una educación moral y religiosa conforme a sus creencias, y esta es la aportación que ha hecho la Iglesia a los Acuerdos Iglesia-Estado”.

Magisterio de Francisco para el pacto

Para prepararse para esa debate de cara al pacto global, Argüello ofreció una serie de textos referenciales del magisterio de Francisco que la Iglesia promueve para este pacto educativo mundial, como son “Educar hoy y mañana, una pasión que se renueva”, “Educar en el humanismo solidario para construir la sociedad del amor” y “Varón y mujer Dios los creó”.

Llegado a este punto, reconoció el secretario general que los habrá que tachen a la Iglesia de ingenua por tratar de alcanzar este Pacto Educativo Global, máxime “si en cada uno de nuestros países no somos capaces de tener una pacto, aunque –añadió– hay que ir hacia eso. Pero, para ello, hay que dejar de hacer ingeniería social en las escuelas”.

“Pensar que la escuela tiene que ofrecer una educación integral igual es demasiado pedirle, porque para ello tiene que contar con toda la sociedad, con todas las confesiones… Hay que reconocer cuál es el territorio propio”, argumentó el prelado, quien reivindicó que “la presencia de la Iglesia en la escuela es un elogio de la razón en un momento emotivista, de mucho dominio de los sentimental”.

Salir de lo políticamente correcto

Abundando en la cuestión, aseguró que, además, esta presencia “es una propuesta de libertad” y se mostró convencido de que “la realidad de la enseñanza religiosa escolar y de los creyentes es bien importante para ofrecer este testimonio de amor a la realidad y a la razón” en estos momentos donde se dan una serie de propuestas legislativas, como las de género o de eutanasia, faltas de “una referencia antropológica y que admiten muy poco diálogo”.

“Estamos ante un asunto de libertad –enfatizó– aunque se diga que los católicos vamos a estos temas con prejuicios, pero lo que está en juego es la libertad, que lo políticamente correcto se convierta en una burbuja de la que nosotros queremos salir”.

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