Abraham Skorka: “Francisco no va a cambiar sus valores básicos ni un ápice”

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Conoce de cerca los muchos sufrimiento de su pueblo a lo largo de la historia. Pero también los de ahora, los de un presente donde el antisemitismo rebrota en tantos lugares. Por eso, la presencia del “amigo judío” del papa Francisco era ineludible en el encuentro internacional sobre la paz organizado por la Comunidad de Sant’Egidio en Madrid, en el que participó en una mesa redonda que auscultaba “El racismo emergente”.

En ella, este argentino de 69 años, el primer rabino de toda América Latina al que una universidad católica –la de Argentina– distinguió con un doctorado honoris causa, advirtió contra el discurso populista de todos aquellos “charlatanes que obvian la realidad científica de que la humana es una sola raza y allanan el camino para los campos de concentración y la shoah con mensajes que tienen un fondo racista”.

PREGUNTA.- En el regreso de su último viaje a África, el Papa afirmó que “oigo discursos que se parecen a los de Hitler en 1934”…

RESPUESTA.- Francisco es muy sensible, al igual que muchos de nosotros, a toda expresión xenófoba y racista de cualquier índole. Porque cuando escuchamos en este encuentro de Sant’Egidio la problemática que sufren los migrantes y las confrontamos con ciertas expresiones que llegan desde distintos países –expresiones que en vez de tender una mano inmediata de ayuda por su condición humana, porque todos los hombres somos hermanos según la concepción bíblica, judía y cristiana–, no resultan muy simpáticas para con estas personas que están sufriendo. Entonces, con vehemencia, entiendo esas palabras del Santo Padre.

Fanatismo, esa fe exacerbada

P.- Asistimos al surgimiento de populismos en Europa y América que apelan a valores religiosos para justificar discursos que recelan del extranjero y recurren a la fe como factor identitario. ¿Cómo diluir esa alianza entre el mensaje nacionalista político y el fundamentalismo religioso?

R.- La unión entre política y religión es una unión muy peligrosa. Toda política que utiliza factores o elementos que yo llamaría, entre comillas, religiosos, puede transformarse en algo muy destructivo. No podemos olvidar que el nazismo también tenía sus elementos religiosos, siguiendo con las comillas. Era una religión fanática que utilizaba marchas, escenografías y toda una simbología parecida a las que utilizan a veces las religiones. Pero, sobre todo, utilizaban el fanatismo, que es una fe exacerbada, una fe donde no cabe el sentido común ni el diálogo o el respeto al prójimo, y que en la Biblia se llama paganismo. Y es que se pueden utilizar los símbolos de distintos credos y dar un mensaje pagano. Para mí, el nazismo y el fascismo son ejemplo de esos mensajes paganos, donde la vida de los hombres no existe. Lo opuesto es la visión judeocristiana, que entiendo que el islam también acepta: cada hombre debe ser respetado en su condición de unicidad.

P.- Sabrá que Bergoglio cuenta con una sonora oposición en la Iglesia y que hace unos días reconoció que “reza para que no haya cismas ”. ¿Qué consejo le daría en estos momentos complicados a su “querido amigo”?

R.- Yo lo conozco muy bien y no va a trocar sus valores básicos ni un ápice. Seguirá luchando por lo que cree y yo le deseo la bendición de Dios y, como él siempre dice ‘recen por mí’, que sepa que yo rezo por él. Esos son los valores que nos unen profundamente y que ambos entendemos: valores que dignifican la vida.

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