Francisco levanta a los jóvenes de Mozambique, que gritan a pleno pulmón: “¡Reconciliación, reconciliación, reconciliación…!”

Después de su cita oficial con las autoridades políticas, civiles y diplomáticas del país, el segundo paso de Francisco este 5 de septiembre en Maputo, la capital de Mozambique, ha sido un encuentro interreligioso con jóvenes en el Pabellón de Deportes de Maxaquene.

Con un tono desenfadado y cercano, el Papa les ha asegurado a los jóvenes que son una prioridad para todo pastor: “Me agradecíais porque he reservado tiempo para estar con vosotros. ¿Qué es más importante para un pastor que estar con los suyos? ¿Qué es más importante para un pastor que encontrarse con sus jóvenes? ¡Vosotros sois importantes! Tenéis que saberlo, tenéis que creéroslo. ¡Vosotros sois importantes!”.

Sois el presente

“Vosotros –ha enfatizado– no sois solo el futuro de Mozambique, tampoco de la Iglesia y de la humanidad. Vosotros sois el presente que, con todo lo que sois y hacéis, ya estáis aportando lo mejor que hoy podéis regalar. Sin vuestro entusiasmo, vuestros cantos, vuestra alegría de vivir, ¿qué sería de esta tierra? Veros cantar, sonreír, bailar, en medio de todas las dificultades que vivís, es el mejor signo de que vosotros, jóvenes, sois la alegría de esta tierra, la alegría de hoy”.

Como Bergoglio ha experimentado en primera persona ante un auditorio desbordado y eufórico, “la alegría de vivir es una de vuestras principales características; y eso se puede sentir aquí. Alegría compartida y celebrada que reconcilia y se transforma en el mejor antídoto que desmiente a todos aquellos que quieren dividir, fragmentar o enfrentar. ¡Cuánto les hace falta a algunas regiones del mundo vuestra alegría de vivir!”.

¿Queréis escribir esta página?

A continuación, el Pontífice ha agradecido su presencia a los representantes de otras confesiones y a quienes, “sin ser parte de alguna tradición religiosa, estáis participando”. A todos les ha animado a sentir como propia “la experiencia de que todos somos necesarios; con nuestras diferencias, pero necesarios. Vosotros juntos (así, como os encontráis ahora) sois el palpitar de este pueblo, donde cada uno juega un papel fundamental en un único proyecto creador, para escribir una nueva página de la historia, una página llena de esperanza, paz y reconciliación. ¿Queréis escribir esta página?”. Un “¡sí!” rotundo ha estallado en el auditorio, que, tras repetir el Papa la pregunta, ha coreado esto a pleno pulmón: “Reconciliación, reconciliación, reconciliación…”.

“Vosotros, jóvenes –les ha animado–, camináis con dos pies como los adultos, pero, a diferencia de los adultos, que los tienen paralelos, vosotros ponéis uno delante del otro, dispuesto a irse, a partir. Vosotros tenéis tanta fuerza, sois capaces de mirar con tanta esperanza, sois una promesa de vida que lleva incorporado un cierto grado de tenacidad –ha citado aquí ‘Christus vivit’), que no debéis perder ni dejar que os la roben”.

La alegría no se roba

“No dejéis –ha seguido– que os roben la alegría. No dejéis de cantar y expresaros de acuerdo a todo lo bueno que aprendisteis de vuestras tradiciones. Que no os roben la alegría. Hay muchas formas de mirar el horizonte, el mundo, el presente y el futuro. Pero es necesario cuidarse de dos actitudes que matan los sueños y la esperanza: la resignación y la ansiedad. Son grandes enemigas de la vida, porque nos empujan normalmente por un camino fácil, pero de derrota, y el precio que piden para pasar es muy caro. Se paga con la propia felicidad e, incluso, con la propia vida”.

Para ilustrar ese espíritu de lucha contra la resignación, Bergoglio les ha puesto un modelo personal muy cercano: “Sé que a la mayoría de vosotros os gusta mucho el fútbol. Recuerdo a un gran jugador de estas tierras que aprendió a no resignarse: Eusebio da Silva, la Pantera Negra. Comenzó su vida deportiva en el club de esta ciudad. Las severas dificultades económicas de su familia y la muerte prematura de su padre no pudieron impedir sus sueños; su pasión por el fútbol le hizo perseverar, soñar y salir adelante, ¡y hasta llegó a hacer 77 goles para este club de Maxaquene! Tenía todo para resignarse”.

Jugar juntos

“Su sueño y ganas de jugar –ha recalcado– lo lanzaron hacia delante, pero, tan importante como eso, fue encontrar con quién jugar. Vosotros bien sabéis que en un equipo no son todos iguales, ni hacen las mismas cosas o piensan de la misma manera. Cada jugador tiene sus características, como lo podemos descubrir y disfrutar en este encuentro: venimos de tradiciones diferentes e incluso podemos hablar lenguas diferentes, pero eso no impidió que nos encontremos. Mucho se ha sufrido y se sufre porque algunos se creen con el derecho de determinar quién puede ‘jugar’ y quién tiene que quedar ‘fuera de la cancha’, y van por la vida dividiendo y enfrentando. Vosotros, queridos amigos, hoy sois un ejemplo y testimonio de cómo tenemos que actuar”.

Desde esta certeza de que juntos se puede más, el Papa ha recordado su doloroso reverso: “Una familia se destruye por la enemistad. Un país se destruye por la enemistad –aquí les ha pedido repetir la frase, lo que los jóvenes han hecho con todo el vigor–. El mundo se destruye por la enemistad. Y la enemistad más grande es la guerra”. De ahí que haya señalado la ruta a seguir: “El milagro de la cultura del encuentro”.

No soñar contra otros

Se trata, en definitiva, de “soñar juntos, como lo estáis haciendo hoy. Soñad con otros, nunca contra otros; soñad como habéis soñado y preparado este encuentro: todos unidos y sin barreras. Eso es parte de la ‘nueva página de la historia’ de Mozambique”.

Sobre la pésima actitud de la ansiedad, el Papa ha añadido que “puede ser una gran enemiga cuando nos lleva a bajar los brazos porque descubrimos que los resultados no son instantáneos. Los sueños más bellos se conquistan con esperanza, paciencia y empeño, renunciando a las prisas. Al mismo tiempo, no hay que detenerse por inseguridad, no hay que tener miedo de apostar y de cometer errores. Las cosas más hermosas se gestan con el tiempo y, si algo no te salió la primera vez, no tengas miedo de volver a intentarlo, una y otra vez. (…) El peor error sería abandonar los sueños y las ganas de un país mejor por la ansiedad”.

Y Mutola ganó el oro…

Al igual que hiciera con el futbolista, Bergoglio ha mostrado a los jóvenes otros modelo deportivo a seguir: “Tenéis ese hermoso testimonio de María Mutola, que aprendió a perseverar, a seguir intentando a pesar de no cumplir su anhelo de la medalla de oro en los tres primeros Juegos Olímpicos que compitió; después, al cuarto intento, esta atleta de los 800 metros alcanzó su medalla de oro en las Olimpiadas de Sidney. La ansiedad no le hizo ensimismarse; sus nueve títulos mundiales no le hicieron olvidar a su pueblo, a sus raíces, y sigue cerca de los niños necesitados de Mozambique. ¡Cuánto nos enseña el deporte a perseverar en nuestros sueños!”.

Además, el Papa les ha hecho un pedido especial: “No dejéis afuera a vuestros mayores. También ellos os pueden ayudar a que vuestros sueños y aspiraciones no se sequen, no los tire el primer viento de la dificultad o la impotencia; los mayores son nuestras raíces –también ha repetido esta frase a coro el auditorio–”. Con ello les ha advertido contra aquellos que “necesitan jóvenes que desprecien la historia, que rechacen la riqueza espiritual y humana que se fue transmitiendo a lo largo de las generaciones, que ignoren todo lo que los ha precedido”.

Discernimiento

Eso sí, en esta actitud no entra el servilismo…, sino el discernimiento: “Las generaciones anteriores tienen mucho para deciros, para proponeros. Es cierto que, a veces, nosotros, los mayores, lo hacemos de modo impositivo, como advertencia, metiendo miedo; o pretendemos que hagáis, digáis y viváis exactamente igual que nosotros. Vosotros tendréis que hacer vuestra propia síntesis, pero escuchando, valorando a los que os han precedido”.

Algo que ha ilustrado con la misma música local: “Al ritmo tradicional de Mozambique, la ‘marrabenta’, le habéis incorporado otros modernos y nació el ‘pandza’ –aquí el aplauso ha sido atronador–. Lo que escuchabais, lo que veíais cantar y bailar a vuestros padres y abuelos, lo habéis hecho vuestro. Ese es el camino que os propongo”.

Contra la justicia climática

Un caminar en el que los retos más acuciantes son la cultura de la paz, la búsqueda de la equidad o la lucha contra la injusticia climática, pues late “la necesidad de comprometernos por el cuidado de nuestra casa común. Vosotros, sin lugar a dudas, fuisteis bendecidos con una gran belleza natural: bosques y ríos, valles y montañas y esas lindas playas. Pero, tristemente, hace pocos meses habéis sufrido el embate de dos ciclones, habéis visto las consecuencias del descalabro ecológico en el que vivimos. Muchos ya habéis aceptado el desafío imperioso de proteger nuestra casa común, y entre estos, hay muchos jóvenes”.

Francisco ha concluido recordando una esencia espiritual básica: “Dios os ama. Y, en esa afirmación, estamos de acuerdo todas las tradiciones religiosas. (…) Ese amor de Dios es sencillo, casi silencioso, discreto: no avasalla, no se impone, no es un amor estridente u ostentoso; es un amor de libertad y para la libertad, amor que cura y que levanta”. Tras este “Dios os ama”, el Papa ha pedido un momento de silencio, en el que ha atronado en cántico de los pájaros.

Creer en el amor

“Sé que vosotros –les ha dicho antes de despedirse– creéis en ese amor que hace posible la reconciliación; porque creéis en ese amor, estoy seguro que tenéis esperanza y que no dejaréis de recorrer con alegría los caminos de la paz”. Las constantes ovaciones con las que los jóvenes han interrumpido al Papa, en un ambiente mágico, han demostrado que estamos ante un pueblo joven, vigoroso, ilusionado. Hay futuro para Mozambique.

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