La paquistaní Asia Bibi denuncia desde su refugio que “son muchos los encarcelados por blasfemia sin pruebas”

  • La mujer condenada a muerte habla por primera vez tras conseguir abandonar Pakistán
  • La cristiana confiesa su intención de establecerse en un país europeo cuando se recupera de las secuelas

Asia Bibi, la cristiana de Pakistán

Asia Bibi, la mujer paquistaní de 54 años que ha estado 8 años en prisión condenada a muerte por blasfemia, pide justicia para las víctimas de las leyes de blasfemia de su país. El pasado 31 de octubre consiguió la absolución. El 7 de noviembre fue liberada y trasladada a un lugar seguro. Pese a que la sentencia fue apelada, finalmente el Tribunal Supremo de Pakistán la desestimó el pasado 29 de enero.

La cristiana consiguió abandonar el país en mayo y desde entonces se encuentra refugiada en Canadá, donde se recupera de las secuelas físicas y psicológicas de su estancia en prisión. Desde allí ha respondido a las preguntas del diario británico The Telegraph en sus primeras declaraciones desde que fuera puesta en libertad.  

“Hay muchos casos en los que los acusados aguardan en prisión durante años, y cuyas condenas también deberían revisarse”, ha dicho Bibi, al mismo tiempo que ha lanzado una petición: “Pido al mundo que preste atención a esta cuestión. Cualquier persona puede ser acusada de blasfemia sin ninguna investigación, sin pruebas. La Ley de Blasfemia debe ser revisada y debe haber mecanismos adecuados para su aplicación”.

El sufrimiento de sus hijas

Más allá de la denuncia de otros casos como el suyo, Bibi ha compartido con este medio su intención de trasladarse a algún país de Europa. Asimismo, ha expresado sus temores durante su estancia en prisión. “Mi vida se desmoronó, mis hijas sufrieron y esto tuvo un impacto enorme en mí”, ha rememorado. Y ha añadido: “A veces estaba tan desengañada y sin fuerzas que llegaba a preguntarme si algún día saldría de la cárcel”.

En este sentido, se ha referido también a las visitas de sus hijas en prisión: “Cuando ellas venían no lloraba, pero cuando se marchaban lloraba llena de dolor”.

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