José Trinidad Fernández: “Hay que ser responsable con el tema de los asilos”

  • El secretario general de la Conferencia Episcopal Venezolana conversó con Vida Nueva para hacer una radiografía general y actualizada de la situación del país petrolero
  • Ha recordado a los venezolanos que “no es con una varita mágica como se solucionan los problemas, es con el trabajo y con el esfuerzo”

Mientras que Nicolás Maduro se radicaliza, la situación en Venezuela cada día empeora. Entre las irregularidades cometidas por el líder chavista, cuentan la propuesta de adelantar elecciones parlamentarias, la extensión del periodo de la cuestionada Asamblea Nacional Constituyente (ANC) hasta diciembre de 2020 e iniciar una férrea persecución y desapariciones forzadas en contra de los líderes opositores cercanos al entorno de Juan Guaidó, reconocido como presidente interino por EEUU y más de 60 países.

José Trinidad Fernández, secretario general de la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV) y obispo auxiliar de Caracas, conversó con Vida Nueva para hacer una radiografía general y actualizada de la situación del país petrolero, la cual califica de “difícil, pero donde la esperanza es la que nos motiva” a seguir adelante y resistiendo.

Un país a la intemperie

PREGUNTA.- ¿Cuál es su análisis actualizado de la situación del país?

RESPUESTA.- “Una de las cosas que nos preocupan como obispos es el hecho mismo como la dignidad de las personas ha sido vulnerada en Venezuela. Durante los apagones se vivieron situaciones terribles, se perdieron vidas, porque lamentablemente en el momento en muchos de los hospitales no hay plantas eléctricas  ni recursos para salir al paso de estas dificultades.

Lo que hacemos los obispos es denunciar todas estas situaciones. La gente no tiene como comer, como vivir dignamente, no tienen cómo comprar las medicinas, como comprar lo necesario para vivir. El pueblo está sometido a engaños, se le promete que las cosas van a mejorar, por el contrario cada día están vulnerando más sus derechos, los están convirtiendo en más pobres. Un sueldo mínimo no alcanza para vivir dignamente son 7 dólares al mes.

Por todo esto la gente se está yendo para buscar una vida digna. Todas estas situaciones muy dolorosas y como obispos nos preocupan, porque la doctrina social de la iglesia nos invita a valorar la dignidad de las personas y ninguna persona puede ser menospreciada por ideología alguna. Todas estas situaciones a nivel social, económico y político tienen al país en la intemperie”.

Salida pacífica

P.- Frente a todo este cuadro, una posible intervención extranjera o cooperación internacional siempre ha estado sobre la mesa, ¿qué opina?

R.- “La comunidad internacional está preocupada  por la situación de calamidad que se vive  y ante ello los pueblos se hacen solidarios sobre todo por los más pobres. Hay una situación de desestructuración familiar y frente a esa ayuda internacional lo que se quiere, si es que se llega a dar, es una ayuda en la que se logre una salida pacífica a ese problema.

Nosotros los obispos lo hemos planteado en varias ocasiones donde se den elecciones libres y transparentes, donde se reconozca a la Asamblea Nacional como un órgano elegido legítimamente por el pueblo venezolano, todo ello se logra no con discursos sino con acciones bien claras y la comunidad internacional está preocupada por todo esto.

Si viene esa ayuda no se quiere que sea un ‘injerencismo’ de estos gobiernos, si no de buscar una ayuda pacífica que sea también garante de una paz posible con la búsqueda de soluciones y consenso de todos los venezolanos, donde se cumplan las normas internacionales y sobre todo iniciar un proceso de sanación del tejido social que está dañado y la Iglesia viene a hacer un trabajo en esa línea.  No podemos dejar que un pueblo se muera y creo que frente a esto el ser humano necesita ser reconocido como persona y encontrar por los caminos democráticos una salida a la crisis”.

Respetar las leyes de la República

P.- En cuanto a las desapariciones forzadas como el caso de Edgar Zambrano, vicepresidente de la Asamblea

R.- En esta situación particular se tienen que respetar los debidos procesos según las leyes de la república, no se pueden saltar las leyes olímpicamente por implantar un sistema político o ideológico que no funciona.

Y si es a la fuerza cómo quieren mantenerse en el poder y a costa de eliminar instituciones democráticas como el caso de la Asamblea Nacional, pues estamos por un mal camino que no lleva sino a la violencia. Estamos en la anomia cada quien hace lo que le parece y se promueve desde las altas esferas del gobierno”.

Artesanos de paz

P.- En cuanto a esas voces disidentes en la misma Iglesia, ¿cuál es ese mensaje para quienes piensan distinto respecto a esta situación?

R.- “La invitación es a trabajar juntos por el bien común, no podemos estar al lado de parcialidades políticas y creo que hay que practicar las virtudes humanas como la justicia, la equidad, el respeto mutuo, la sinceridad, la honestidad, creo que todo esto nos ayuda a ir buscando que dentro de la vida social estamos llamados a buscar el bien de nuestro pueblo.

No podemos  parcializarnos y como sacerdotes debemos defender la vida. Desde allí es indispensable que frente a los problemas que vivimos. Debemos estar convencidos de una política al servicio de la paz, que debemos ir sembrando para que generaciones futuras se vean fortalecidas. Hoy más que nunca estamos llamados a construir una sociedad, donde sea necesario ser artesanos de la paz como lo ha pedido el Papa, eso es un principio garante que no nos permitirá estar parcializados, sino trabajando en función del bien común”.

Iglesia, lugar de reconciliación

P.- Con los sucesos del 30 de abril pasado, líderes del chavismo, en palabras del propio Mario Moronta, obispo de San Cristóbal, pidieron asilo a la Iglesia, ¿qué tan dispuestos están a esto sin que signifique impunidad?

R.- “Hay que ser responsable con el tema de los asilos, eso queda en manos de las embajadas. La Iglesia acoge, acompaña, ayuda y anima a aquellos deponer todas esas actitudes que han perjudicado la vida y la convivencia de una nación.

En ese particular estamos abiertos y no nos negamos para nada en aceptar en dialogar, pero sobre todo en un diálogo que busque salidas a esta situación que estamos experimentando todos los venezolanos esperando por la justicia, en ese caso no nos interponemos ni estamos para condenar a nadie, sí para poner la mirada en la persona que habiendo obrado mal también necesita ser escuchada.

Por tanto la Iglesia es un lugar de reconciliación y como tal las personas tienen la capacidad de reconocer sus errores y de enmendar, pero ese es un proceso donde cada caso merece una atención particular, eso es lo que debemos mirar. No se trata de condenar a nadie, sino que la persona cambie y tenga una actitud distinta ante la vida”.

Reconocer al otro

P.- El papel que debería tener la Iglesia en un eventual proceso de transición sería…

R.- La Iglesia en esa transición va a aportar siempre como lo ha venido haciendo, apostar a que se vaya creando ese clima de reconciliación y en la medida también que nuestro pueblo vaya teniendo los recursos necesarios para vivir dignamente.

La reconciliación pasa también por el reconocimiento del otro y que no es otra cosa que buscar entre todos caminos de paz y consenso que permitan desde la justica ir enrumbando el país. Los pasos que se tienen que dar a su debido tiempo se tomarán con las medidas necesarias y la reconciliación nacional es una urgencia en la que la iglesia está dispuesta ayudar para que los venezolanos nos miremos los unos a los otros como hijos de un mismo país”.

Vivir la esperanza

P.- Su mensaje como pastor al pueblo venezolano en medio de estas circunstancias

R.- “Es importante vivir en esperanza. Eso significa caminar siempre en el cultivo de la virtud que nos hace a todos capaces de comprender lo que esta palabra es. La esperanza no es simplemente entelequia, la esperanza es un encuentro con uno mismo y con Dios, buscar desde el amor la posibilidad de construir una mejor sociedad para nosotros los cristianos.

Entender que las cosas se construyen, no caen del cielo, es un problema que como venezolanos tenemos. No es con una varita  mágica como se solucionan los problemas, es con el trabajo y con el esfuerzo. Por tanto un cristiano no puede quedarse derrotado con los brazos cruzados. No se trata de descalificarnos entre nosotros, sino de buscar razones para construir y las tenemos todos. Tenemos que unirnos”.

Con el hambre no se juega

P.- ¿Cómo va lo de la ayuda humanitaria por parte de Cruz Roja en la que la Iglesia sirvió de mediadora?

R.- “La Cruz Roja venezolana es la que está llevando a cabo la ayuda humanitaria, Cáritas  siempre ha hecho ayuda humanitaria, estas dos cosas hay que diferenciarlas bien, Cáritas no está apareciendo en este escenario de la ayuda humanitaria.

Por otra parte las Cáritas diocesanas y parroquiales junto a sus voluntarios y distintas organizaciones que forman parte dentro de la Iglesia han hecho posible que mucha gente en situación de calle, en situación de penuria, de hambre, de desnutrición, se le esté atendiendo, se le esté ayudando, es decir, Cáritas ha sido en este sentido –y no nos queremos vanagloriar de esto– siempre ha estado dispuesta a ayudar y colaborar.

Este no es un asunto exclusivo de Cáritas, sino de todo el país, en ese sentido no se puede manejar la ayuda humanitaria con una intención política y lamentablemente así se ha ido manejando, no debe ser así. Con el hambre de las personas no se puede jugar, no se pueden hacer esos personalismos que nos han dañado en Venezuela y en el mundo, que terminan desviando lo que es la ayuda humanitaria”.

Foto: CEV

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