La escuela católica de América fortalece su acción evangelizadora confederada

  • La 56ª Asamblea de la CIEC afirma la necesidad de innovar, crear y ser significativo para no tornarse intrascendente
  • El cardenal Maradiaga dice que “la CIEC hoy es muy respetada, generando una paridad relacional, funcional y operativa con la CLAR y el CELAM”

De cara a los permanentes desafíos que impactan el quehacer educativo, “la escuela católica de América está llamada a ser una mediación valiosa para la evangelización, y una oportunidad para impactar y transformar la sociedad”. Bajo esta mirada, planteada por el secretario general de la Confederación Interamericana de Educación Católica (CIEC), Óscar Pérez Sayago, en el inicio de la 56ª Asamblea General de la CIEC, se confirmó que “es posible fortalecer la misión evangelizadora encomendada a los educadores católicos cuando se actúa confederadamente, con dedicación y esfuerzo”, como afirmó el mismo secretario general de la CIEC.

Durante tres días (del 28 al 30 de marzo), los presidentes de las federaciones de América, reunidos en Bogotá, analizaron, justamente, algunos de los nuevos areópagos en los que se debate el liderazgo de la escuela católica: estándares e indicadores, gestión, comunicación, marketing y familia, entre otros.

El reto de “adelantar la hora”

La realidad del continente y de nuestros países  nos  imponen  una  dinámica distinta“, afirmó Pérez Sayago al referirse a los contexto que definen los derroteros de la educación en América, aseverando que “sin duda, no pueden ser tiempos para darle cuerda al reloj sino para adelantarle la hora”. 

Desde una perspectiva autocrítica, el secretario general de la CIEC recordó que “la educación católica y nuestras federaciones se agotan y debilitan en la medida en que repitamos una historia ida, mientras la escuela se empobrece en sus metodologías, se desactualiza en su propuesta pedagógica, se margina de su capacidad de responder a las realidades, y renuncia a la posibilidad de ser productiva y adelantarse a los tiempos”.

Innovar o desaparecer

No queda otra, innovar o desaparecer, crear o perecer, ser significativos o tornarnos intrascendentes“, insistió el líder laico, apelando a las tres binas de principios en las que se inscriben las acciones del Plan Estratégico de la CIEC para el período 2017-2020: responsabilidad y transparencia; austeridad y esperanza; creatividad y riesgos para el servicio educativo.

La presentación de informes, proyectos y la planeación conjunta de perspectivas, a modo de ‘sueños colectivos’, acompañaron las jornadas de la Asamblea, que también contó con el aporte de varios asesores de CIEC. También se socializaron algunos avances del III Encuentro Interamericano de Pastoral Educativa y del XXVI Congreso Interamericano de Educación Católica, próximos a realizarse en Panamá y Santiago de Chile, respectivamente.

Además del ambiente de trabajo colegiado y del compromiso asumido conjuntamente por los representantes de la escuela católica en América, para llevar adelante la acción evangelizadora que compete a la escuela católica, ha sido particularmente relevante el comunicado enviado por el cardenal Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga, arzobispo de Tegucigalpa y director espiritual de la CIEC, a los participantes de la Asamblea.

“La CIEC hoy es muy respetada”

La CIEC hoy es muy respetada, ha vuelto a tomar las altas cumbres de la estima, consideración y opinión que tuvo antes, generando una paridad relacional, funcional y operativa con la CLAR y el CELAM”, destacó el cardenal Rodríguez Maradiaga, subrayando que “esta respetabilidad se ganó a pulso en tiempos en que se pensaba que la hegemonía clerical y los privilegios de la vida religiosa estaban por encima del laicado”.

Expresamente, el director espiritual de la CIEC, valoró el hecho de que por primera vez en su historia, el organismo articulador de la escuela católica en América cuenta con un secretario general laico: “es lo mejor que le pudo pasar a la CIEC”, acentúa en su misiva, en la que también rescata que “no es solo un signo de los tiempos, sino el tiempo propicio para entender el signo; quiero decir con ello que no es solo un signo de los tiempos, es la madurez de los tiempos“.

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