¿Quién es el informático quinceañero del que habla el Papa en ‘Christus vivit’?

“Es verdad que el mundo digital puede ponerte ante el riesgo del ensimismamiento, del aislamiento o del placer vacío. Pero no olvides que hay jóvenes que también en estos ámbitos son creativos y a veces geniales. Es lo que hacía el joven siervo de Dios Carlos Acutis”, es lo que el papa Francisco ha escrito en el número 104 de la nueva exhortación apostólica ‘Christus vivit’.

Francisco recuerda que “sabía muy bien que esos mecanismos de la comunicación, de la publicidad y de las redes sociales pueden ser utilizados para volvernos seres adormecidos, dependientes del consumo y de las novedades que podemos comprar, obsesionados por el tiempo libre, encerrados en la negatividad” y precisamente por eso, para el pontífice, “fue capaz de usar las nuevas técnicas de comunicación para transmitir el Evangelio, para comunicar valores y belleza” (núm. 105).

Él “no cayó en la trampa”, recalca Bergoglio, “veía que muchos jóvenes, aunque parecen distintos, en realidad terminan siendo más de lo mismo, corriendo detrás de lo que les imponen los poderosos a través de los mecanismos de consumo y atontamiento” por eso orientó sus capacidades para realizar el plan de Dios y por eso decía que “todos nacen como originales, pero muchos mueren como fotocopias” (núm. 106).

En las redes y en la vida

Ya el sínodo se había dando cuenta de la ejemplaridad de Carlos Acutis y lo propuso como uno de los referentes de santidad juvenil para la asamblea sinodal. Pero, ¿quién fue este joven de milanés que nació en Londres?

Acutis murió con 15 años tras una fulminante leucemia en 2006. Hasta entonces era habitual verlo en la eucaristía, que fue su fuerza cotidiana desde que recibió la Primera Comunión con solo 7 años. La llamaba “mi autopista hacia el Cielo”. Este sacramento y su devoción mariana le enseñó a ver más allá del horizonte terrenal. “Nuestra meta debe ser el infinito, no lo finito. El Infinito es nuestra Patria. Desde siempre el Cielo nos espera”, decía.

Sus talentos encontraron en el mundo de la informática un despliegue increíble. Dicen que amigos ingenieros informáticos veían en él un auténtico genio. Ha recordado al respecto el cardenal Angelo Comastri en una de sus biografías: “Los intereses de Carlo abarcaban desde la programación de ordenadores, pasando por el montaje de películas, la creación de sitios web, hasta los boletines, de los que se ocupaba también de la redacción y la maquetación, y el voluntariado con los más necesitados, con los niños y con los ancianos”.

“Estoy contento de morir porque he vivido mi vida sin malgastar ni un solo minuto de ella en cosas que no le gustan a Dios”, dijo al final de su vida. Un ejemplo de nuestros días para quienes cambiar el mundo a través de las redes o a través del ofrecimiento cotidiano de los sufrimientos.

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