Ana Almarza: “Situaciones como la de Venezuela son el caldo de cultivo perfecto para la trata”

  • La religiosa adoratriz denuncia a Vida Nueva que más del 75% de las víctimas de trata son mujeres y niñas
  • “Ahora mismo tenemos unas leyes de migración bastante perversas”, afirma en la Jornada de Oración contra la Trata

Cada 8 de febrero se celebra la Jornada de Oración y Reflexión contra la Trata de Personas, coincidiendo con la festividad de santa Josefina Bakhita, una mujer que sufrió en su propia piel el azote de la esclavitud y cuya vida hoy se rememora como un grito para que estas situaciones no se repitan. Sin embargo, como recordaba Francisco en la edición de febrero del Video del Papa, lo cierto es que en nuestras sociedades hay esclavitud, “incluso más que antes”. Ana Almarza es religiosa de las Adoratrices del Sagrado Sacramento, una congregación que trabaja diariamente con víctimas de trata, “la mayoría de ellas para la explotación sexual y la prostitución”.

“La trata es un delito tipificado, pero que va más allá porque supone también una violación a los Derechos Humanos y de la cual más del 75% de las víctimas son mujeres y niñas”, explica a Vida Nueva. “Son personas que han sido compradas y trasladadas con fines de explotación y por medio del engaño, la violencia o la coacción”, subraya. Y es que, en muchas ocasiones, se confunde el tráfico de seres humanos, “que es un delito contra la Administración” y en el que la diferencia está, sobre todo, “en la voluntariedad y los fines con los que se traslada a esa persona”.

PREGUNTA.- Venezuela está viviendo en estos momentos una crisis muy grave que ha sumido al país en la precariedad, ¿se ha notado esto en la procedencia de las víctimas de trata?

RESPUESTA.- Sí que hemos tenidos casos similares de mujeres que salen de Venezuela completamente desesperadas. Pero lo que está claro es que la trata, en momentos en los que las leyes de inmigración son las que son y los países atraviesan situaciones como la de Venezuela, encuentra el caldo de cultivo perfecto para que los tratantes hagan negocio con el dolor ajeno. No podemos olvidar que nadie sale de su casa porque sí, sin tener que hacerlo. Cuando la alternativa es morir en tu país o morir en el mar, al menos en el mar tienes una oportunidad.

P.- ¿Cómo se detecta que una persona es víctima de trata?

R.- Realmente nosotras no podemos trabajar con principios sino con indicios, ya que en muchas ocasiones ni la propia persona es consciente de que está siendo víctima de un delito. Sin embargo, cuando una mujer empieza a contarnos las condiciones en las que ha hecho el viaje, si descubrimos que ni siquiera sabe dónde está o no conoce el entorno, si se le ha retirado el pasaporte, tiene unas deudas desorbitadas… Son indicadores claros de que ha sido víctima de trata.

P.- ¿Qué clases de trata hay en nuestro país?

R.- Puede ocurrir que la persona haya llegado por medio de las redes de tráfico de seres humanos a territorio español porque quisiera salir de su país y, una vez aquí, ser captada por las de trata por medio del engaño. En España, por ejemplo, alguno de nuestros proyectos de Andalucía, pero también de otras congregaciones, están saliendo a encontrarse con las personas que trabajan en invernaderos, ya que muchas de ellas están en condiciones de esclavitud, ya sea por el salario que reciben, las condiciones en las que están o ambas.

También hay otros casos, que dependen de la finalidad con la que hayan traído a la persona, como puede ser la prostitución y la explotación sexual, que son la mayor parte de los que atendemos, tal vez porque sean los más numerosos; pero también existe el tráfico de órganos, la mendicidad o el matrimonio servil. Incluso algo que estamos detectando pero que es muy difícil de demostrar es que traen a mujeres para robar. Pero claro, demostrar que esa mujer ha actuado bajo coacción de una red de trata de personas es muy complicado.

P.- El Papa nos ha llamado en muchas ocasiones a no ser cómplices, ¿qué podemos hacer?

R.- Cuando una persona hace cosas que no están bien se da cuenta de ello. Tenemos que dejar de hacer como que no sabemos, porque sí que sabemos. Y no hace falta que sean casos tan claros como el comprar un matrimonio o saber que a la persona que tienes de asistenta en casa no la tienes en las condiciones laborales óptimas. Se trata de que el señor que va a un club, si quiere, puede saber cómo han llegado esas chicas ahí. No es que no queramos verlo, es que es políticamente incorrecto decir que en España hay personas que son esclavas. Con la información de la que disponemos hoy en día, si queremos, podemos verlo.

P.- ¿Hay concienciación por parte de las instituciones?

R.- En cuanto a lo que es la Iglesia creo que sí, y cada vez más. No solo por parte de las congregaciones sino también de los propios fieles. Cada vez son más los que se acercan, escuchan y hacen algo. Incluso acogen a víctimas y personas vulnerables. Sin embargo, en cuanto a la situación a nivel legal y civil no se favorece ni se ayuda todo lo que se debería. Estamos viviendo en un panorama con unas leyes de inmigración bastante perversas, y realmente nos enfrentamos a un problema del que más que hablar, hay que acercarse a esas personas. Ser capaces de escuchar cuando te dicen que sabían a lo que venían, pero tirar del hilo, ver todo lo que había detrás y saber que nadie puede estar conforme con eso.

Por eso, la ciudadanía no puede seguir teniendo el discurso ante la migración que tiene, pensando que vienen a quitarnos el trabajo, que tienen todas las facilidades del mundo… Curiosamente no son las personas más vulnerables las que se quejan de que se les preste ayuda a las que si lo son, cuando realmente a nadie le gusta que le mantengan.

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