Francisco en Santa Marta: “Vivimos en una civilización que se llama cristiana pero que es pagana”

  • El papa ha reflexionado en su homilía acerca de una civilización que “se cree orgullosa, suficiente y dictatorial”
  • “Hay tragedias en nuestras vidas, pero hemos sido redimidos y el Señor vendrá a salvarnos”

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Durante su homilía en Santa Marta hoy, 29 de noviembre, el Papa ha ahondado en el fin del mundo y el final de cada persona. Al primero se ha referido a partir de la lectura del Apocalipsis en la que San Juan describe la caída de la ciudad de Babilonia, símbolo, como ha dicho Bergoglio, del “lujo, la autosuficiencia y del poder de este mundo”. Una ciudad que, en el día del juicio, “mostrará su verdad”, que no es otra que “ser guarida de demonios, refugio de todo espíritu impuro”. Del mismo modo, Francisco acusa una “crisis” en una civilización, la actual, que “se cree orgullosa, suficiente, y dictatorial”.

Por otra parte, el evangelio de San Lucas narra la devastación de la ciudad santa de Jerusalén. Esta, continuó el Papa, verá su caída por otro tipo de corrupción, “la de la infidelidad al amor, ya que ella no pudo reconocer el amor de Dios en su Hijo”. Así, la ciudad santa “será pisoteada por los paganos”.

“Existe la paganización de la vida, en nuestro caso, cristiana”, añadió Bergoglio. “¿Vivimos como cristianos? Parece que sí. Pero en verdad, nuestra vida es pagana”, subrayó, ya que ocurre que “Jerusalén vive como Babilonia”, queriendo hacer “una síntesis que no se puede hacer”. “No se puede mezclar agua con aceite, y este será el fin de una civilización contradictoria en sí misma, que dice ser cristiana y vive como pagana”, apostilló el Papa.

Un espacio para la esperanza

Francisco invitó a los presentes a pensar en la Babilonia de nuestro tiempo, en los muchos imperios poderosos, como los del siglo pasado, que se han derrumbado. “Y así terminarán también las grandes ciudades de hoy, y así terminará nuestra vida si seguimos avanzando por este camino de paganización”, subrayó.

Sin embargo, Bergoglio afirmó que después de la destrucción, habrá salvación. “Hay tragedias, incluso en nuestras vidas”, ha dicho, “pero antes de esto, miremos al horizonte, porque hemos sido redimidos y el Señor vendrá a salvarnos”. Esto, “nos enseña a vivir las pruebas del mundo no en un pacto con la mundanalidad o con la paganidad que nos lleva a la destrucción, sino en la esperanza”.

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