Francisco en la homilía de la visita al Padre Pío: “¿Los cristianos rezamos lo suficiente?”

  • En el atrio de la iglesia de San Pío se ha celebrado la eucaristía para conmemorar los 50 años de la muerte del santo
  • “A veces, la oración se deja de lado porque forma parte de un activismo que se vuelve inconcluso”, según las palabras del Papa

La homilía de Francisco en San Giovanni Rotondo

La homilía de Francisco en la eucaristía que celebraba hoy, 17 de marzo, el centenario de la aparición de los estigmas del Padre Pío y que tuvo en el atrio del templo dedicado al santo en San Giovanni Rotondo, fue una pequeña catequesis sobre la oración, fundamento de la vida del Padre Pío como ya había expresado por la mañana.

Para el papa Francisco: “La oración surge espontáneamente a Jesús, pero no es una opción: se retira a lugares desiertos para orar; el diálogo con el Padre ocupa el primer lugar. Y los discípulos descubrieron así con naturalidad la importancia de la oración”. Y en una invitación a todos los presentes, Francisco dejó claro el principio del camino en toda relación de un cristiano con Dios: “Si queremos imitar a Jesús, comencemos también por donde Él comenzó, es decir, por la oración“.

San Pío ha sido el ejemplo de una vida de oración, así, Francisco le ha pedido que nos ayude a mantener la vida de oración: “San Pío, cincuenta años después de su visita al Cielo, nos ayuda, porque en herencia ha querido dejarnos la oración“. Así ha preguntado a todos los cristianos si “rezamos lo suficiente”, recordando que “a veces, la oración, se deja de lado porque forma parte de un activismo que se vuelve inconcluso cuando se olvida ‘la mejor parte'”.

La oración como alabanza

Francisco quiso continuar poniendo a Jesús como maestro de oración. “En primer lugar, dice: ‘Te alabo, Padre’; no dice: ‘Necesito esto y aquello’, sino ‘te alabo’. Uno no conoce al Padre sin estar abierto a la alabanza, sin dedicar tiempo solo a Él, sin adorar”.

Aunque no quiso desechar la oración de petición como una oración válida, sino que propuso ahondar en ella: “La oración puede nacer como una petición, incluso para una intervención de emergencia, pero madura en alabanza y adoración. Entonces se vuelve verdaderamente personal, como Jesús, que entonces dialoga libremente con el Padre”.

El Pontífice destacó que “la oración es un gesto de amor, es estar con Dios y llevarle la vida del mundo: es una obra indispensable de misericordia espiritual. Y si no confiamos al Señor las situaciones de nuestros hermanos y hermanas, ¿quién lo hará?“.

Del mismo modo, recordó la propuesta de los ‘grupos de oración del Padre Pío’, y utilizando las propias palabras del santo italiano invitó a tomarlas como evaluación de nuestra oración: “Es la oración, esta fuerza unida de todas las almas buenas, la que mueve el mundo, la que renueva las conciencias, la que sana a los enfermos, la que santifica el trabajo, la que eleva la asistencia sanitaria, la que da fuerza moral, la que difunde la sonrisa y la bendición de Dios sobre toda languidez y debilidad”.

Los pequeños del Reino de Dios

Utilizando las palabras del Evangelio que se ha leído en la eucaristía, Francisco ha pasado a hablar de los pequeños: “¿Quiénes son estos pequeños que saben acoger los secretos de Dios? Los pequeños son los que necesitan a los grandes, los que no son autosuficientes, los que piensan que no son suficientes para sí mismos?”.

En una imagen muy sencilla, el obispo de Roma ha indicado que “el corazón de estos pequeños es como una antena, que capta la señal de Dios. Porque Dios busca el contacto con todos, pero el que se hace grande crea enormes interferencias”.

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