“Si no pones tus raíces en Cristo, no florecerás”, advierte el Papa

  • Francisco recuerda en la audiencia general que se puede recibir la Comunión en la mano o en la boca
  • En la catequesis ha subrayado que la Comunión “nos separa de los egoísmos y nos une a Cristo”

el papa saluda en la audiencia general del 21 de marzo

Francisco ha comenzado su audiencia general de este miércoles 21 de marzo hablando sobre la primavera, que empezó ayer en el hemisferio norte. Y lo ha hecho con una pregunta: “Una planta que no se riega, ¿puede florecer bien? Y si tiene las raíces enfermas o no las tiene, ¿puede florecer?”. Tras la respuesta negativa de los congregados y el vuelo de su solideo por el viento, ha explicado sonriente su pregunta: “La vida cristiana es una vida que debe florecer con buenas obras y haciendo el bien, pero si no tienes raíces, no podrás florecer. Y la raíz ¿quién es? Jesús. Si no pones tus raíces en Cristo, no florecerás“. Y la forma de cuidar estas “raíces”, ha recordado, está en los sacramentos y en la oración. Ha deseado pues que esta primavera sea para todos florida de buenas obras, de virtud y de hacer el bien.

El papa Francisco también recordó que los fieles pueden recibir la Comunión de pie o de rodillas y en la mano o directamente en la boca. “Según la praxis eclesial, el fiel se acerca a la Eucaristía en procesión y la recibe en pie con devoción o de rodillas, como ha establecido la conferencia episcopal recibiendo así el sacramento en la boca o, donde se permite, en la mano, como prefieran”, explicó en contraposición del prefecto de la congregación del Culto Divino, el cardenal Robert Sarah, que ha afirmado duramente su rechazo a poder recibir la hostia de pie o en la mano.

“Transformarse en lo que recibimos”

Tras esta breve introducción, ha retomado las catequesis sobre la Misa, que ya tocan a su fin. “La celebración de la Misa, que estamos repasando, está orientada a la comunión. Celebramos la Eucaristía para nutrirnos de Cristo, que se nos entrega en el Sacramento del Altar“. Tras la partición del Pan, que explicó la semana pasada, el sacerdote lo muestra a los fieles y les invita a “Cena del Señor” que no es otra cosa que la unión con Jesús al recibirle en la Comunión. “Esto nos lleva a pensar en la distancia que nos separa de Él”, ha explicado Francisco. Pero por otra parte nos recuerda que “su Sangre fue derramada para la remisión de los pecados” y, citando a san Ambrosio, ha dicho “yo que peco siempre debo disponer siempre de la medicina”. Tras la invocación (“Señor no soy digno…”) llega la Comunión.

Pero el Papa ha señalado que no somos nosotros quienes nos acercamos a Jesús, es Él quien viene a nuestro encuentro para que nos adecuemos a Él. En otras palabras, “nutrirse de la Eucaristía significa dejarse transformar en lo que recibimos (…) como dice san Agustín ‘Yo soy el alimento de los grandes. Y no serás tú el que me transformará en ti, como el alimento en tu carne; sino que tú serás transformado en mí‘”.

“La Comunión nos separa de los egoísmos”

Francisco ha querido dejar bien claro que la Comunión es un momento clave, y que hay que entender su importancia: “Al recibir la Comunión con fe te transformas en Eucaristía viviente(…) El sacerdote te dice ‘el Cuerpo de Cristo’ y tu respondes ‘Amen’, o sea que reconoces la gracia y el compromiso que comporta transformarte en Cuerpo de Cristo (…) este es el prodigio de la Comunión: ¡Nos transformamos en lo que recibimos!“. Y ha afirmado además que la Comunión “nos separa de los egoísmos y nos une a Cristo y a todos los que son uno en Él”.

Tras esto, el Pontífice ha recordado que es mejor aún si se comulga bajo las dos especies, aunque el Catecismo enseña que no es necesario, al recibir cada una se recibe “a Cristo entero”. También ha recordado que se puede comulgar en la boca o en las manos “en aquellos lugares en que esté permitido”. Finalmente ha recomendado rezar en silencio tras la comunión, aunque también ha mencionado la ayuda que supone rezar un salmo o un himno.

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