Así no, Dan Brown

  • El fabricante de ‘best sellers’, autor de ‘El código Da Vinci’, vuelve a servirse de la fe con ingentes dosis de frivolidad
  • Sitúa su última –y fallida– novela en España e incluye escenarios como la catedral de Sevilla, la Almudena, Montserrat o la Sagrada Familia
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Dan Brown, escritor, novelista autor de El código Da Vinci presenta su nueva novela Origen en

La obstinación de Dan Brown (Exeter, New Hampshire, 1964) con la religión –con la católica, más concretamente– solo se entiende desde una ambición puramente comercial. ‘Origen’ (Planeta), la quinta novela de la serie de Robert Langdon, el profesor de simbología e iconografía religiosa que por primera vez apareció en ‘Ángeles y demonios’ (2000), vuelve a servirse de la fe con toda la frivolidad que era de esperar. Vacuo, insensible y, quizás lo peor desde el punto de vista narrativo, un Dan Brown previsible y nada original.

Nada de esto sorprende y no cabe esperar otra cosa cuando el único fin de sus novelas es polemizar y vender, sin el menor respeto por el lector ni por las organizaciones de las que se sirve y menciona. Menos aún por la Iglesia.

La novedad, si cabe, es que esta novela transcurre íntegramente en España, entre Bilbao, Barcelona, Madrid y Sevilla. Y pisa escenarios sagrados, como la abadía de Montserrat, la Sagrada Familia, la catedral de la Almudena o la catedral de Sevilla, que, por cierto, le sirve para situar un atentado terrorista en pleno Domingo de Resurrección. También, esta vez, se apropia de la propia curia eclesiástica al dibujar como urdidor de una trama asesina al personaje que retrata como “obispo de Madrid”, que es Antonio Valdespino, “figura importante en España”, dice, porque “no solo se trataba de un fiel amigo y consejero del mismísimo rey, son también de uno de los más firmes e influyentes defensores de la preservación de los valores católicos conservadores y las políticas tradicionales”.

Caricatura de la Iglesia española

Esa elección simboliza el retrato que hace de la Iglesia española, persistentemente dibujada en la novela como “profundamente conservadora”. Necesaria para el relato en cuanto que, si de alguna manera hay que describir esta novela, es una respuesta frente al llamado “creacionismo”, corriente ultramontana que defiende la literalidad de la Biblia y del relato del Génesis que en España –es obvio decirlo– y en toda la Iglesia católica está más que superado.

El enroque de movimientos, efectivamente creacionistas en Estados Unidos amparados en la etiqueta de “cristianos”, nada tienen que ver hoy con la actual Iglesia católica. Y problemas hay –e, incluso, propios de un conservadurismo innegable– en esta Iglesia como para inventarles nuevos fantasmas. El debate científico en torno al “origen” de la vida y la presunta incompatibilidad de Dios con la física y la biología en absoluto es como se lo “inventa” Dan Brown. (…)

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