Tribuna

Todos evangelizando a todos

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Escribo estas líneas desde Uruguay, el país más secularizado de América Latina, con un proceso que llevó hasta cambiar nombres de las principales fiestas religiosas católicas (por ejemplo, Día de la Familia: la Navidad o Día de las Playas: la Inmaculada Concepción) en el calendario civil.



Somos una Iglesia pobre en medios y en personal, pero libre para anunciar el evangelio en medio de esta cultura en muchos aspectos post cristiana. Puede ser nuestra experiencia un pequeño laboratorio para otras Iglesias del continente de cómo la comunidad cristiana sigue estando presente, a pesar de las dificultades, anunciando la Buena Noticia de Jesús en medio de esta realidad fuertemente secularizada.

Santuarios marianos

Dice el papa Francisco en Evangelii gaudium: “La evangelización es tarea de la Iglesia. Pero este sujeto de la evangelización es más que una institución orgánica y jerárquica, porque es, ante todo, un pueblo que peregrina hacia Dios. Es ciertamente un misterio que hunde sus raíces en la Trinidad, pero tiene su concreción histórica en un pueblo peregrino y evangelizador, lo cual siempre trasciende toda necesaria expresión institucional” (EG 111). Cuando pienso en el Santo Pueblo de Dios, como dice el Papa, vienen a mi memoria nuestros santuarios sobre todo marianos; allí siento reflejada en la fe popular, en la presencia de tantos hermanos pobres, sufrientes, “descartados” tantas veces por la sociedad, pero que se saben amados por Dios, consolados por Jesús, recibidos por su Santa Madre.

Las peregrinaciones de nuestras Iglesias particulares, aun en nuestra secularizada cultura uruguaya, siguen siendo un icono de ese caminar juntos, donde participan no las elites ilustradas sino los pobres, donde nos reconocemos un pueblo peregrino que cantamos a la Madre de Dios: “Ven con nosotros a caminar”.

La Iglesia sinodal y en salida es todo un desafío en la línea de la conversión pastoral pedida por Aparecida y en la que tanto insiste el Papa.

La Iglesia tiene la única finalidad de anunciar a Jesús. Según aquella linda imagen de los Santos Padres, no tiene luz propia como la luna que refleja el sol, tiene que reflejar la luz de Jesús luz del mundo. Todos evangelizando a todos debería ser como nuestro lema, necesitados todos de conversión al evangelio y cada uno aportando, desde el Pueblo de Dios en su conjunto, los carismas y los ministerios.

Las propuestas finales de la primera Asamblea Eclesial nos dicen: “La fuerza que tiene la certeza de la fe en la igualdad fundamental entre todos los bautizados y la diversidad de los miembros del Cuerpo de Cristo es una oportunidad de crecimiento mutuo”. Y agrega: “Uno de los reclamos más fuertes es la necesidad de superar el clericalismo”. Más adelante nos dice, “se registra un anhelo cada vez más firme de crecer en sinodalidad, pues significa caminar juntos corresponsablemente con el devenir de nuestra Iglesia. Se multiplican los signos que invitan a una conversión pastoral que abra caminos de mayor participación de todo el Pueblo de Dios”. Todo un desafío para el caminar de la Iglesia del continente. ¡Que podamos avanzar en ese sentido como discípulos y misioneros!

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