Tribuna

¿Quién sigue después de mí?

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Alcanzar a las siguientes generaciones es el segundo principio de la renovación parroquial. Las implicaciones de esto son enormes, porque no solo se trata de buscar que llegue el mensaje evangelizador a los más jóvenes, sino de que cada quien lo haga, porque cada miembro de la Iglesia somos parte fundamental de esta misión.



Si cada miembro de la comunidad se propone invitar a los de la siguiente generación, estamos ante una dimensión dinámica del primer principio: cambio cultural. Alcanzar a quienes vienen detrás, tiene al menos tres implicaciones en la transformación de nuestra parroquia: salir de nuestra zona de confort, profesionalizar la parroquia e innovar.

Salir de la zona de confort

Generalmente en las parroquias, una de las formas de segmentar el trabajo y la catequesis, es formando grupos que homogeneizamos por la edad o categorías generacionales, pero ante la propuesta de alcanzar a las siguientes generaciones hay un reto, no solo cultural, sino de lenguaje, de testimonio de vida, de salir de la zona de confort.

Mentalmente existe una barrera en la vivencia de la fe que las generaciones menores ven frente a las mayores; salvo dignas excepciones, pero por lo general se sigue imponiendo una imagen de la fe de los mayores como poco práctica y llena de piedad a la que no le encuentran mucho sentido las siguientes generaciones.

Un ejemplo de esto es cuando nuestra abuela nos imponía prácticas piadosas que no tenían sentido para nosotros de pequeños, y a esto le sumaba castigos como pellizcos y amenazas de parte de un dios castigador. Esta imagen que he visto muchas veces en el templo, de la abuela que, al esforzarse por mantener quieto a su nieto (a) lo pellizcaba y le decía que dios le iba a castigar o que se iba a enojar el padrecito, lo único que hace es levantar una barrera entre una vivencia de fe y el sentido que debe tener para el pequeño (a); en pocas palabras, levanta un muro entre Dios y la conciencia de ese pequeño ser con acciones negativas que trascienden.

¿Cómo retomar el sentido de Dios en las personas? Es un tema que ha dado para cientos de libros y estrategias que funcionan o no, pero que nos hablan de lo complejo del problema. Mas que un abordaje directo, hablamos de un cambio en el ambiente de la parroquia que muestre otro rostro de la iglesia y otra vivencia de la relación personal con Dios, no platicada, sino vivida comunitariamente. Esto es parte del reto de alcanzar a las siguientes generaciones, no se trata de pasar un mensaje, sino de superar las brechas generacionales para que el mensaje tenga sentido, con un lenguaje actualizado, testimoniado y hospitalario.

Profesionalizar la parroquia

Alcanzar a las siguientes generaciones también incorpora a la parroquia en el camino de la profesionalización. Como ideal de parroquia, sería deseable que en vez de que “alguien” que “le sabe al Face” le pidamos de favor que lleve la página de la parroquia, tengamos detrás un grupo de profesionales, mercadólogos, comunicadores, etcétera, que se encarguen de esa misión y que puedan recibir un sueldo por eso. Si tuviéramos profesionales en educación al frente de la catequesis, podríamos tener en cada parroquia un laboratorio parroquial que se encargue de dirigir la investigación educativa continua para el mejoramiento de la formación.

Si tuviéramos psicólogos o pedagogos al frente de los jóvenes o los adolescentes, que recibieran un sueldo por su trabajo, o contadores al frente de las finanzas, o ingenieros al frente del mantenimiento, y muchos etcéteras más, podríamos profesionalizar la parroquia. Entiendo dos cosas, primero que alguien podría decir, “yo tengo un ingeniero y tengo un mercadólogo al frente de lo que les corresponde, y no me cobran porque es parte de su apostolado”, y eso está muy bien, eso va a durar mientras se mantengan en los grupos de la parroquia o mientras consigan otro trabajo; también entiendo la barrera más importante para esto: el dinero.

parroquia

¿De dónde se van a pagar tantos sueldos? La renovación parroquial implica una renovación en las finanzas de la misma. Recuerdo que fray José de María nos decía, no sé si haya sido algo propio o lo escuchó de algún lado, que “revisando en qué se gasta el dinero de la parroquia se pueden ver las prioridades de la misma”. Cuando más gastamos en sueldos productivos, más gastamos en la gente y finalmente en una construcción y proyección más orgánica y profesional de la parroquia y esto, debe de traducirse en captar mayor ayuda para la misma.

Cuando la profesionalización tiene que ver con el dinero, surgen muchas negativas, pero el cambiar de mentalidad también implica pensar de manera diferente sobre el dinero, llegan las oportunidades y las ideas. Nosotros iniciamos la promoción de un sistema de ofrendas, a modo de diezmo, solo que no se le llamaba diezmo ni imponía una cuota fija; se trataba de una invitación a compartir una ofrenda mensual que nos permitiera trabajar bajo presupuestos, y promovía la participación consciente en una comunidad que te ofrece pertenencia, hospitalidad y propósito. Y esto se va construyendo poco a poco.

Innovar

Innovar es una de las cosas más fascinantes que verás cuando le enseñas a tus líderes a romper paradigmas y les das la confianza de ser creativos. En la renovación parroquial es natural el crear reservas de líderes que van creciendo entre ellos, enseñándose, animándose, discipulándose. Yo soy testigo del “soplar del Espíritu” en esto. La innovación tiene muchas implicaciones, pero, sin duda, un requisito indispensable es la creatividad y saber superar barreras; esto no solo te conecta de manera natural con las siguientes generaciones, sino que entusiasma a quienes innovan.

Para que los líderes parroquiales funcionen en la creatividad, deben superar como organización, un esquema jerarquizado de funcionamiento, esto es innovar desde la organización; los procesos y mecanismos de toma de decisiones en una parroquia se basan en “orden y control” (command & control), y que es una esquema que dio grandes resultados en organizaciones sólidas que necesitaban ser centralizadas, pero las necesidades actuales son de organizaciones más adaptables y que respondan velozmente a la realidad cambiante que se presenta; esta propuesta de organización se basa en las redes neuronales o las redes sistémicas.

Las redes neuronales toman su nombre del símil dinámico de nuestro cerebro, pero a nivel organizacional, tiene las siguientes ventajas:

  1. Se privilegian las relaciones sobre las entidades.
  2. Se da más importancia a las dinámicas temporales (el presente de las personas).
  3. Los procesos son antes que los resultados.
  4. Se privilegia la forma sobre el contenido.
  5. Se tiene una perspectiva de totalidad.
  6. Las nociones de dominio y propiedad son emergentes
  7. Se evitan los puntos de inflexión.
  8. La auto-organización está por encima del diseño central.
  9. Se valora la interdependencia de cada componente del sistema; entre otros más.

Como podemos ver, hay muchas ventajas de una organización sistémica o red neuronal sobre la antigua y rígida estructura piramidal jerárquica en el funcionamiento de una parroquia. No nos referimos, de ningún modo a las cuestiones dogmáticas o las formas de regir la Iglesia, sino a la organización parroquial, a las cuestiones meramente funcionales en orden de la evangelización y renovación pastoral.

De forma general puedo decir que, entre más conectividad exista entre los componentes de un sistema, mayor será su poder de transformación o desempeño. Un sistema orgánico funcional de parroquia, que puede ser a través de sectores o de grupos pastorales o de segmentos generacionales, no es una entidad aislada, sino que tiene como principal misión relacionarse con su entorno, y para eso es necesario un sistema flexible, plástico, lo que significa que conserva su estructura interna, pero está abierto a nuevas alteraciones generando una capacidad de aprendizaje. Y finalmente, si el sistema no se adapta a cada situación, se pierde de sus objetivos, terminan siendo tan cuadrados los sistemas que sólo entran en ellos quienes reúnen los requisitos que el mismo sistema creado impone ¿recuerdan que hablábamos de una iglesia para gente de iglesia?

De modo que la innovación no solo tiene que ver con adoptar elementos nuevos como herramientas de evangelización, sino en proponernos una visión nueva en la organización y funcionamiento como parroquia, de cambiar paradigmas y entrar en una dinámica de autodiscipulado que nos permita avanzar de forma orgánica, hospitalaria y sustentable en la  misión que Cristo nos ha encomendado. Además si se tuviera la osadía de hacerlo a nivel diócesis para evitar que los cambios de párrocos afecten el caminar de las comunidades, qué maravilloso sería.