Tribuna

¿Qué es el cambio cultural de una parroquia?

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Se refiere al cambio de mentalidad, y es muy necesario porque sin este cambio a una nueva conciencia no hay un avance verdadero en el mandato del Señor: “Hagan discípulos”.



No es algo sencillo, es un camino lleno de obstáculos, pero que con el auxilio del Espíritu Santo y una auto observación crítica y madura, empezando por los líderes, se puede hacer. Muchos llaman a este cambio la “profesionalización” de la parroquia, otros la llaman la “reestructuración” y se ofrecen muchas herramientas novedosas para hacerlo, pero es importante no olvidar los tres principios de la renovación parroquial. Hoy te presento el primero.

Propiciar un espíritu de hospitalidad

Te invito a hacer este ejercicio en tu parroquia. Una parroquia que, según el INEGI (Instituto Nacional de Estadística y Geografía) cuenta con 27,000 habitantes; con un promedio de 89% de la población confesionalmente católica, nos da un aproximado de 24,030 “católicos”; un promedio de asistencia a misa dominical de 1,700 (el promedio nacional en México es de 2000), es decir el 7.07% y de ese total tenemos 87 personas que participan en un ministerio o están en algún grupo o pequeña comunidad, el 0.36% del total de “católicos”.

Esta es la realidad de una iglesia de mantenimiento o de sobrevivencia, es decir, creamos una iglesia para gente de iglesia y esto nos impide ser una iglesia en salida y misionera, aunque organicemos misiones cada año o vivamos en una misión permanente. ¿Por qué, a pesar de todos nuestros esfuerzos, la gente ya no responde a la invitación? En una iglesia para gente de iglesia las invitaciones y actividades se dirigen principalmente a la gente que ya asiste a la iglesia, eso es parte del problema ¿Se trata de una falta de estrategia? Puede ser, pero la misión no solo son estrategias, se necesita tener los corazones encendidos y propiciar un espíritu de hospitalidad ¿Por qué sucede la contracción de las pequeñas comunidades?

¿Porqué al realizar retiros de evangelización surgen 5 ó 6 comunidades y en dos años quedan 3? Probablemente caen en el desánimo, o no encuentran un verdadero camino de crecimiento espiritual porque muchas veces reducimos ese crecimiento a temas de catequesis y suponemos que eso es suficiente ¿Por qué tenemos 600 niños en las primeras comuniones y 15 en el grupo de perseverantes? Porque sus papás solo buscaban el sacramento y ellos son los que no perseveran, puede ser, o no han encontrado una iglesia que los reciba y responda a sus inquietudes más profundas. Yo creo que no hemos entendido que debemos romper el paradigma de una iglesia cerrada desde su propio ser y quehacer, desde su propia cultura o mentalidad.

En los zapatos de los más alejados

Demos un paso más tratando de ponernos en los zapatos de los más alejados ¿Qué pasa cuando alguien que no es de iglesia acepta la invitación de ir a misa, por ejemplo? Para empezar no va a entender la gran mayoría de las cosas que pasan y pensará que todo es aburrido pero, además de esa barrera, deberá superar el que no se siente bienvenido. Si añadimos que no es una persona que se “comporta” como gente de iglesia (muchas veces son mal vistos porque no saben responder o en qué momento levantarse o hincarse), vamos sumando barreras que no están dispuestos a enfrentar. Se van diciendo cosas como: “piden muchos requisitos”, “es muy larga la misa”, “todo es dinero”.

Siempre que hablamos de una iglesia para gente de iglesia, ocurre un fenómeno curioso, pedimos primeramente a la gente que crea, si no tiene fe, no puede estar entre nosotros, lo vemos raro o lo echamos de nuestros grupos o nos la pasamos corrigiéndolo tanto que se harta o se siente lo suficientemente ignorante para no verse bienvenido y se va. Creamos una barrera que le hace pensarlo dos veces antes de acercarse.

Cuando yo tenía 8 años, llegó la misión de catequesis infantil a mi casa, y mi mamá me dijo que era tiempo de hacer la primera comunión. Fui todo un año los sábados y al final me enfrenté al temido examen, por supuesto, en las dos últimas semanas era todo aprenderse de memoria tanto las oraciones como las preguntas del librito. En el examen me atoré con alguna parte del credo, y mi catequista, seguramente decepcionada, me dijo: “no, estás mal, vete”. Y le hice caso, me fui con la intención de jamás volver. Para mí, había sido la iglesia la que me había corrido y no tenía ninguna intención de volver a contrariarla con mi presencia. ¿Cuántos no estarán en situaciones muy parecidas?

 

La dinámica sigue siendo la misma, el primer requisito para participar es creer y conocer lo que crees… esto es absurdo; primeramente porque no necesariamente el que cree, conoce; también, mientras no cambiemos nuestra forma de pensar, iniciando con los pastores, todo seguirá siendo igual. En la renovación parroquial hay una gran diferencia entre evangelizar y catequizar.

La dinámica de una iglesia de mantenimiento

Pero ahí no termina todo, supongamos que alguien ya cree, aunque no entienda muchas cosas, decide seguir a las personas, o al dios en el que cree, porque tiene algún motivo para participar: necesita o piensa que es tiempo de celebrar algún sacramento, o tiene algún motivo en su vida que cree que participando lo solucionará. Debe enfrentarse a otro obstáculo: cambiar su comportamiento.

Cuando ya crees, debes comportarte… este proceso de una iglesia para gente de iglesia aleja a muchísimas personas que necesitan y desean a Dios, pero nosotros se lo impedimos, como aquel pasaje de Mt 19,13 donde los discípulos reprendían a los niños que querían acercarse a Jesús o el de Lc 18,39, que eran los discípulos quienes callaban al ciego de Jericó, y otros tantos pasajes que nos revelan esta situación que seguimos viviendo en nuestras parroquias. Seguimos alejando a los que quieren y necesitan acercarse a Jesús, porque no son “de los nuestros”, y hasta les hacemos realidad aquello de mandar llover fuego sobre ellos como en Lc 9,54.

Cuando alguien tiene la suerte o una necesidad tan grande como para superar estos dos obstáculos, entonces puede considerarse en pertenencia. Ahora sí ya pertenece a nuestro grupo: CREER – COMPORTARSE – PERTENECER. Esta es la dinámica general de una iglesia de mantenimiento.

Promover el cambio cultural

El primer cambio en nuestra forma de pensar o cambio cultural como lo llama el padre James Mallon, es que este proceso debe ser exactamente al revés: primero hay que promover la pertenencia, luego el comportamiento y la fe se van dando en un proceso natural dentro de la convivencia que la misma pertenencia te ofrece. Dar a todos un ambiente que les permita sentirse parte de algo desde un principio es ser en todo hospitalario, y es uno de los principales pilares de la renovación parroquial y de una iglesia en salida: PERTENECER – COMPORTARSE – CREER.

Dice Nicky Gumbel que un cristiano para ser verdadero discípulo debe tener propósito, amor y pertenencia. Cuando sabes el propósito que tiene el ir a misa o prepararte en una catequesis, lo haces sin necesidad de que alguien te supervise, cuando tienes una comunidad donde puedes dar y recibir amor, entras en una dinámica nueva de vivencia del Evangelio y cuando experimentas que eres parte de algo, ya estás dentro; se configura en el nuevo discípulo una identidad.

El primero en iniciar es el líder, es decir, el pastor. Si las cosas no inician por ahí, tenemos pocas posibilidades de alcanzar buenos frutos o en muchos de los casos de lograr algo en la transformación de nuestra parroquia.

Primer principio: promover el cambio cultural: Nunca hagas nada si no promueve el cambio en la forma de pensar.