Tribuna

Haciendo eco… “en” (VI)

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En casi toda experiencia auténticamente humana vivimos una realidad muy profunda, aunque a veces, puede estar cargada de ansiedad si solo la “transcurrimos”. Es muy común vivir lo cotidiano desde lo precedente y mirando hacía un porvenir. En general, cuando comenzamos a trabajar ya estamos pensando en el descanso, cuando se inicia la semana ya nos orientamos hacia el domingo para hacer algo diferente a lo cotidiano, y en esa ocasión lo diario asume su plenitud porque la vida es honrada, especialmente cuando es junto a quienes nos vinculamos en el amor.



En el prólogo de Juan que estamos terminando de contemplar en esta oportunidad, podemos vivenciar lo que hemos mencionado. En esta semana queremos vislumbrar los versículos 15 – 18. De manera especial cuando termina:

Nadie ha visto jamás a Dios; el que lo ha revelado es el Hijo único, que está en el seno del Padre (Jn. 1, 18)

Cuando contemplamos ese vocablo “en” vemos que el texto lo itera como con tres posibles sentidos:

  • Presencia: está en
  • Orientación: se ha vuelto
  • Manera: junto/juntos

1.      Palabra que precede y permanece

“El que viene después de mi me ha precedido” (1,15)

El testigo del Logos afirma que la Palabra es don, porque lo ha precedido, porque estaba antes que él llegara.

En este versículo podemos otear una dimensión muy profunda en la fe: Dios está antes, durante y después de nuestra respuesta. Él acompaña y suscita nuestra vida, incluso aunque estemos, por momentos, en tinieblas.

La fe en el Logos nos ubica en categorías salvíficas: porque se nos ha revelado, nos hace partícipes de esa revelación (Concilio Vaticano II – DV, 1965)(#2), transformándonos en testigos que hacen eco porque “hemos recibido gracia sobre gracia”.

Pareciera, que la presencia de Dios no es un acto religioso, no es una invocación, ni la realización de un signo para “ponernos en su presencia” (como afirman en algunos lugares), sino que esa cercanía la hemos recibido y en ella vivimos, nos movemos y existimos (Hchs. 17, 28). Y los juanes así lo certifican (el evangelista y el bautista).

2.      Palabra presente

El prólogo del evangelio de Jesús según Juan, menciona varias veces que el Logos está: en el mundo, en el seno del padre, que en él está la vida y que hasta brilla en las tinieblas. Pareciera que la cosmovisión cristiana se caracteriza por estar en y junto a.

Creer en Jesús, nos ubica en la vivencia de múltiples relaciones concomitantes e interrelacionadas: ser cristianos es contemplar la presencia de aquel que está antes que nosotros en el mundo, en la realidad, brillando en situaciones de oscuridad, junto a las personas, aquí y allá; ayer, hoy y mañana… Por ende, si nuestras prácticas cercenan algún aspecto de esta cosmovisión, tendremos que modificarlas o dejarlas de lado, porque contradicen “lo revelado por el hijo único de Dios”.

Cuando creemos en Jesús la intimidad se hace comunión porque no separa. Profesar que él es el hijo de Dios, nos hace vivir como cristianos en el mundo, en el templo, en las reuniones, en el trabajo, en el estudio, en la vida amorosa, en diálogo…

Creer en la Palabra, nos invita a vivir en las coordenadas de la revelación porque incluso en nuestras tinieblas el Logos brilla y nos invita a vivir como “hijos del Padre”.

Haciendo Eco En

3.      Palabra orientadora

“está en el seno del Padre” (1, 18)

Al contemplar este versículo nos encontramos como sorprendidos por la Palabra. La preposición “en” (eis – εἰς) en griego “significa hacia, en dirección de, a’. En general podemos decir que eis indica un objetivo o destino” (Biblia online, 2025).

Pareciera que el Logos está en y nos orienta hacia… viene del Padre y nos proyecta hacía el Abba/Imma.

La Palabra está en el mundo y orienta al mundo.

La Palabra está en las tinieblas y nos orienta hacia la luz, porque es la luz.

En ella está la vida y da plenitud a la existencia.

La Palabra nos hace volver la mirada: al Padre, al mundo, a la vida, a las situaciones de oscuridad… ¡La fe cristiana no es evasiva, no es fuga mundis, sino que está orientada a vivir como la Palabra! Es decir, estar y orientar. Esta orientación no es para que sean de tal o cual expresión religiosa sino para que gocen de los dones recibidos y encontrar en Jesús el sentido de la vida (CEA – JEP, 1988) (#50-51).

Si la práctica religiosa nos hace adorar mucho un misterio, pero estar en silencio frente a un genocidio, evidentemente, la Palabra no estaría orientando dicho acto de piedad.

Si la religión solo habla cuando algo le afecta a sus esquemas, espacios, edificios, etc., pero no habla ni repudia todo atentado a la vida humana, esa religión requiere una “fuerte conmoción” (CELAM – DA, 2007)(#362).

4.      Palabra sinodal

“está en el seno del Padre” (1, 18)

En esta expresión se puede mediar desde “la imagen de dos personas que se sientan juntas en la misma mesa, mirando al otro (eis: ‘en dirección de’) para una conversación íntima”. Vivencia que se hace evidente en los Iconos de la Trinidad.

El Logos está vuelto hacia el Padre (Rivas, Luis Heriberto, 2005, pág. 135), como está vuelto hacia mundo, especialmente hacia el que sufre, porque esta imagen de estar mirándose unos a los otros, se abre hacía la plenitud cuando los otros participan de la “gracia sobre gracia”. Llamativa expresión bíblica: la intimidad se hace comunión con los demás, con el mundo, etc.

De aquí, la vida eclesial adquiere toda su plenitud porque vivimos de manera sinodal, junto a: Dios que se revela, al ser humano, al mundo, a las situaciones de oscuridad, etc.

La Palabra está presente, nos ubica en coordenadas de comunión y participación graciosa, nos orienta hacia ella y al mundo, nos acompaña en la vida junto a nuestra historia….

La Palabra está, orienta y convive al lado de… una fe que se precie de seguidora y testigo de ella, vive esas dimensiones de manera integral, porque no separa aquello que Dios ha unido.

Si por alguna casualidad de la historia y la vida personal, nuestra expresión religiosa se torna muy espiritualista, el Evangelio nos recuerda que Dios se hace carne y vive en, entre, con, hacia y junto a las personas.

Si por alguna casualidad de la historia y la vida personal, nuestra expresión religiosa se torna muy inmersa en las tinieblas de un asistencialismo sin transcendencia, el Evangelio nos recuerda que incluso ahí se nos invita a contemplar a la Palabra para que las personas encuentren vida, luz y sentido en ella.

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Trabajos citados

Biblia online: eis (2025).
CEA – JEP. (1988). ‘Juntos para una evangelización permanente’. CABA: Oficina del Libro.
CELAM – DA. (2007). ‘Documento de Aparecida’. CABA: Oficina del Libro.
Concilio Vaticano II – ‘Dei verbum’ (1965).
Rivas, Luis Heriberto. (2005). ‘El Evangelio de Juan. Introducción. Teología. Comentario’. Buenos Aires: San Benito.