“Voces, solo voces, como ecos, como atroces chistes sin gracia, hace mucho tiempo escucho voces y ni una palabra” (Callejeros – Una noche fría, 2003)
En lo cotidiano de nuestra existencia escuchamos muchos vocablos, sonidos… pero pocos de ellos provocan conmoción o hacen que la monotonía se convierta y de lugar al gozo y regocijo. Muchas personas nos han dicho desde nuestra concepción alguna palabra, pero algunas de ellas se han trasformado en Palabra llena de sentido.
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En la columna anterior (I) comenzamos a contemplar la experiencia de fe en torno a este vocablo tan profundo y cargado de sentido, que nos presenta el prólogo del Evangelio de Jesús según Juan. Uno de esos motivos, es que no hay una única traducción que pueda manifestar acabadamente la hondura de lo que en ella se contiene. Otro es que nos ubica en una experiencia de comunión y de relación vital con ella.
Anteriormente mencionamos Jn. 1, 1 – 2. En esta oportunidad queremos contemplar el versículo 3 con la intención de vislumbrar la acción de Dios y posibles implicancias en nuestra vida de creyentes o de convivientes humanos:
“Todas las cosas fueron hechas por medio de la palabra y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe”
1. Amplitud y diversidad
“Todas” … Así comienza una manifestación teologal, antropológica y cósmica de la fe centrada en Jesús. Este vocablo es la traducción de la palabra “πᾶς” (pas) y estaría utilizada de manera adjetival, indicando la amplitud y diversidad con que la Palabra crea. En esta meditación queremos puntualizar tres dimensiones que nos parecen medulares.
- a. Catolicidad
La primera, es la universalidad. En la Palabra no cabe la exclusividad, sino lo anchuroso, no tiene lugar la exclusión sino la inclusión. La experiencia de la segregación, marginación, cancelación, no sería algo que provoca esta Palabra. ¡No es competencia de una verdadera religión segregar o separar a unos de otros, porque todo fue hecho por la voz de Dios y ella se pone en relación con su obra!
- b. Relacional
Una segunda dimensión, es la relación. En los versículos precedentes, la Palabra estaba en relación a Dios. Ahora el prólogo relaciona a Dios con su obra: la Palabra era Dios y todo fue hecho por ella. Aquí nuevamente resuena la experiencia de fe denominada cristocentrismo trinitario. Para quienes creemos en el Verdadero Dios y Verdadero Hombre, nuestra vocación encuentra en él esta dimensión relacional y, en él, todo tiene esta característica de la pedagogía de Dios. Los cristianos somos seres en relación, creer es vincularse con otros, con todos… incluso con aquellos que dicen no creer porque esas existencias también participan de la gracia de Dios según la manera en que él quiere y conoce (Concilio Vaticano II – GS , 1965) (#22). Si todo fue llamado a la existencia por la Palabra, ella y solo ella se vincula con lo existente como es y quiere. ¡No es competencia de las obras decir si el Creador se revela aquí o allá, con estos o aquellos! La Palabra nos participa su pronunciación brindándonos la posibilidad de hacer eco de esa maravilla. La Palabra nos hace palabra de su presencia en la vida.
- c. Polifonía dialogal
La tercera es la pluralidad. Por medio de este sinónimo de las anteriores dimensiones, queremos reforzar que la voz de Dios, su Palabra, es plural, diversa, amplia, total, integral, etc., porque todo fue hecho por ella. Y al hablar de la palabra, nuestros balbuceos se hacen eco de esa manifestación. Por lo tanto, desde la fe cristiana, nos comprendemos como ecos o portadores de la voz de Dios. ¡No es competencia de unos por encima de otros! Porque todos fuimos creados por la Palabra, todos participamos del ministerio profético al ser bautizados. En la y las iglesias “hay una realidad polifónica y no hay dogmatización mono parlante en la que una persona tiene toda la verdad” (Curia, Christian, 2018, pág. 31). Es por ello, que la Iglesia existe para dialogar en su vocación interna (Pablo VI – ES, 1964), como en su propuesta con todo lo que existe (Concilio Vaticano II – GS , 1965).
2. “Llegar a ser”
Otra traducción presente en el versículo 3 es: “y sin él nada de lo que ha sido hecho fue hecho”. Algunos manifiestan que indicaría desde el verbo ginomai ‘originarse, venir a ser’ (Biblia de estudio Online, 2025). Consideramos esta expresión, como aquello que acontece, que se presenta, que se hace visible, que es creado… no por nuestra acción, sino que se nos es dado. Todo cuanto existe y es creado por la Palabra es un don, acontece, sucede sin que nosotros lo hayamos hecho, dicho o realizado.
La Palabra de Dios existe antes que los humanos escribieran la Escritura.
La Presencia de Dios está antes, por eso no nos ponemos en su presencia (Curia, Christian, 2013, págs. 7-10).
La Voz de Dios está en la vida de las personas, antes que la Iglesia llegue a esas realidades.
La Palabra de Dios acontece en lo creado, antes que se reciba un sacramento, porque estos son medios.
La Presencia de Dios es gratuita, porque acontece sin que hagamos algo o porque hacemos algo.
La Voz de Dios implica “evitar propuestas místicas sin un compromiso social y misionero, ni discursos y praxis sociales sin una espiritualidad que transforme el corazón” (Francisco – EG, 2013) (#262).
La Palabra de Dios es quien da sentido a la existencia, porque ella es el “logos” del mundo. Por tal motivo, una pastoral vocacional que se precie de tal, no busca que las personas sean tal o cual cosa, sino que “en un espacio comunitario eclesial, encuentren el sentido de la vida” (CEA – JEP, 1988) (#50-51).
3. Espiritualidad de la Palabra
La Voz de Dios al crear, al revelarse, al acontecer por su iniciativa, nos impulsa a vivir, en la hondura y transcendencia de nuestra vida como esa nota distintiva que nos caracteriza, porque fuimos creados por la Palabra. Y ella se hace eco porque al manifestarse por la presencia del Espíritu, “alienta nuestra oración, libertad personal y la liberación social; como palabra que se abre por la Iglesia hacia todos los hombres” (Congar, Yves, 2012, pág. 17)
La Voz del Espíritu nos hace:
- “Rechazar una vivencia eclesial evasiva u ocultista, individualista, refugiándose en una espiritualidad disociada, que considera religioso a ritos o costumbres establecidas sin vínculo con la vida.
- Resistirnos a las caras de ajíes en vinagre, porque la Palabra se anuncia a sí misma con pasión, dando vida.
- Impugnar y escapar de la tanotopraxis pastoral que lleva al suicidio evangelizador de vivir en la comodidad, estancamiento, fatiga, desilusión, silencio ante los genocidios humanos sea quien sea quienes lo realizan, etc. (CELAM – DA, 2007) (#362).
- Eludir la psicología de la tumba o del morbo de la fe, porque esto nos transforma en cristianos momias, en museos que impiden “dar vida”.
- Prescindir de una vivencia eclesial monocultural y centralista, con una mentalidad que derive en un monopolio asfixiante (EG 83 – 85; 116-117, 266, 272)” (Curia, Christian, 2018, pág. 39)
La Voz de Dios nos supera, nos desborda, por eso no la tenemos como si fuéramos sus dueños. Ella es vida para dar vida; es comunicación que acontece y nos pone en relación con su presencia; es existencial porque quiere y busca la liberación de toda y todas las personas…
La Palabra de Dios sigue hablando aquí y ahora… Ella acompaña y vive, siempre. Es nuestra vocación (identidad) hacer resonar su voz, presencia y cercanía…
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Trabajos citados
Biblia de estudio Online – ginomai (2025).
Callejeros – Una noche fría. (2003).
CEA – JEP. (1988). ‘Juntos para una evangelización permanente’. CABA: Oficina del Libro.
CELAM – DA. (2007). ‘Documento de Aparecida’. Buenos Aires: Oficina del Libro.
Concilio Vaticano II – ‘Gaudium et spes’ (1965).
Congar, Yves. (2012). ‘Sobre el Espíritu Santo. Espíritu del hombre. Espíritu de Dios’. Madrid: Sígueme.
Curia, Christian. (2013). ‘Te creo. Una propuesta pastoral desde Jesús’. CABA: Claretiana.
Curia, Christian. (2018). ‘La #vida nos da #señales’. CABA: PPC.
Francisco – ‘Evangelii gaudium’ (2013).
Pablo VI – ‘Ecclesiam suam’ (06 de agosto de 1964).
