Haciendo eco… con El Viviente

Desde el miedo nunca te verás cara a cara, frente a la verdad. Ya no me importan las palabras de los que tiran para atrás. Esta canción va hacia adelante, quiero más.
Aunque los vientos soplen fuerte, aunque el camino cueste más, aunque la ruta sea más larga, quiero más. Ya no me importan las caretas de esta aburrida sociedad.
Voy a empezar un juego nuevo, quiero más. Vuelve a girar, a dar de nuevo, quiero más… (AHYRE – Quiero más, 2020)

Es común encontrarnos con propuestas de vida (¿?) que exponen estructuras rígidas, firmes, resistentes “para siempre”. Es habitual escuchar a personas quejarse de la existencia porque nada tiene sentido.

Es rutinario ver situaciones donde el poder se impone sobre las sociedades. Es cotidiano transitar vivencias donde “todo cuesta más”.

Y es precisamente ahí donde suele surgir la novedad vital que rompe la brumosa cotidianeidad de una existencia sin sentido… Simple y sencillamente porque alguien se animó a más, porque alguien quiso más.

En la fe cristiana ese plus tiene rostro: Jesús de Nazareth. Y la liturgia lo celebra porque cree en un Dios que:

Hace arder. El triduo pascual tiene como centro una vida que ama provocando entusiasmo, entrega, pasión y vitalidad. Comienza con el Dios que se hace servicio y alimento siendo presencia salvífica en signos sensibles; ofrenda de amor por la humanidad y se inmola abriendo sus brazos abarcando a todos. Y llega a su culmen con una recreación que transforma la mirada de la vida: es el Viviente que nos hace vivir, nos devuelve el gusto de vivir (Curia, Christian, 2024).
Es el principio. El jueves santo es el primer día de tres. La Vigilia es la primera celebración gozosa de la vida en abundancia. El Domingo es el primer día que da sentido a todo. ¡Porque es el Dios causa de nuestra alegría! ¡Es el Dios que nos primerea! (Francisco – EG, 2013) (#24). ¡Es el Viviente que quiso más!
Es el primero. La fiesta de la Pascua se transforma en la primera celebración que configura la existencia de la fe cristiana, porque da origen, orienta la vida y desde lo iniciado pregustamos lo futuro, ya estamos gozando la vida nueva. ¡Ya lo prometido se hace realidad! Es el primero en dar la vida por amor a quienes nos considera su familia, sus amigos: la humanidad.
Es alianza. Creemos, vivimos, celebramos y anunciamos a una Trinidad que acuerda con la humanidad, que se pone a la par para pactar, para hacer la alianza. Por eso, en la vigilia pascual, evocamos lo realizado con Abraham (Gn. 22), con Moisés (Ex. 14 – 15) y Pablo lo recuerda con la eucarística. El Dios de la alianza, no se aleja, no rompe el vínculo, no se ofende…
Asume lo nuestro. “Tomó pan… Tomó la copa”. En un sencillo gesto vemos, creemos y celebramos a un Dios que salva a lo religioso de su propia estrechez, para manifestar que lo “sencillamente humano” tiene cabida en lo divino, que la grandeza del Abba/Imma está palpable en lo cotidiano de la existencia (Durrwell, François Xavier, 1986, pág. 13).
Es relacional. Nos llama amigos, nos hace sentar en torno a la mesa. Comer su cuerpo y beber su sangre, no solo es “simplemente una cosa sino una realidad personal, relacional” (Durrwell, François Xavier, 1986, pág. 17), es participar como redimidos del misterio que creemos, celebramos y anunciamos.

Es ofrenda. “El don de Dios es lo primero, en donde la humanidad adquiere lo que ya ha recibido” (Durrwell, François Xavier, 1986, pág. 30). La gracia nos hace vivir ella. ¡No es necesario estar en gracia para recibirla, porque ella es ofrenda, don, regalo! De lo contario, sería premio y la propuesta de Jesús no estaría en esa línea.
Es compromiso. Lo divino al ser alianza con la humanidad: se hace degustable, palpable, está presente santificando y haciéndonos tender hacia lo futuro con vivencias cotidianas que se transforman en señales de esa maravillosa presencia (Curia, Christian, 2018).
Es novedad. Fuego nuevo, agua nueva, vela nueva, óleos nuevos, nuevos cristianos… la liturgia nos recuerda que la novedad forma parte constitutiva de la fe en Jesús, porque en él somos personas nuevas.
Está. Vivimos en la constante presencia con el Viviente, porque “Cristo ayer y hoy, principio y fin, alfa y omega. A él pertenece el tiempo y la eternidad” (Bendición del Cirio), por eso no nos ponemos en presencia de Dios, él ya nos está haciendo vivir en su amor, cercanía y liberación, porque es El Viviente.
Es luz. El templo a oscuras es iluminado por quien es “el lucero que no tiene ocaso” (CEA – MRC, 2011, pág. 521). La iglesia no ilumina, ella comparte la luz que le es regalada.
Es felicidad. La centralidad celebrativa de la fe está en una fiesta, es el festejo de las conmemoraciones: “Son las fiestas pascuales. Noche verdaderamente feliz… y se nos participa ese gozo como signo elocuente de quienes creemos en El Viviente.
El Viviente… porque “sigue haciéndose historia en medio de nosotros” (De Vos, Frans – ICD, 1983), es el que va y lleva hacia adelante, es el que nos invita a caminar juntos construyendo en Reino sin miedos, sin temor, sin obsecuencias.

Felices desde la Vida Nueva. ¡Felices desde este misterio gozoso de un Dios Viviente y vivificador, que asume lo nuestro y nos invita a la fiesta, la danza, la alegría y a la liberación!

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Trabajos citados

AHYRE – Quiero más. (2020). Obtenido de https://www.youtube.com
Aquino, Tomás de – STh I. (1988). Suma Teológica. Buenos Aires: BAC.
CEA – MRC. (2011). Misal Romano Cotidiano. Buenos Aires: Oficina del Libro.
Curia, Christian. (2018). La #vida nos da #señales. CABA: PPC.
Curia, Christian. (2024). El gusto de vivir. Desde la vida del Resucitado un itinerario pascual. CABA: Claretiana.
De Vos, Frans – ICD. (1983). La alegría de la fe para un mundo en cambio. Lomas de Zamora: Junta Catequística Diocesana.
De Vos, Frans. (2019). Metodología Catequística. CABA: Claretiana.
Durrwell, François Xavier. (1986). La eucaristía sacramento pascual. Salamanca: Sígueme.
Francisco – Dilexit Nos (24 de Octubre de 2024). Obtenido de https://www.vatican.va
Francisco – Evangelii Gaudium (2013). Obtenido de https://www.vatican.va