Tribuna

¡Gracias, papa Francisco!

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Querido hermano:

Después de haber vivido una rica experiencia eclesial en el mes que termina, quiero agradecerte desde lo profundo del corazón esa puerta abierta del aula sinodal a tantas personas, mujeres y varones, laicas, consagradas, sacerdotes…



Hemos ampliado la mirada y hemos ensanchado el corazón como Pueblo de Dios, teniendo como compañeros de camino a hermanos cardenales, arzobispos y obispos, delegados de otras iglesias, con quienes hemos podido orar, dialogar, escuchar, discernir… No considero tan importante el motivo por el que cada uno estábamos en el aula, sino valoro mucho que ese espacio haya sido representación de la Iglesia universal.

Una puerta abierta

Con la gratitud se une el compromiso; el deseo de seguir haciendo realidad esta experiencia, en cada ambiente, en cada espacio de nuestra Iglesia por pequeño que sea, comunicando lo que ‘hemos visto y oído’.

Deseo ser semilla sinodal que se va sembrando con esperanza de que a su tiempo dará el fruto deseado. Una semilla abonada con el silencio, la escucha profunda, la oración, la búsqueda de lo que el Espíritu nos va inspirando.

Sínodo de la Sinodalidad en el aula Pablo VI

Sínodo de la Sinodalidad en el Aula Pablo VI

Y como soy y me siento parte activa de esta Iglesia, seguidora de Jesús y su programa de buena noticia, con la raíz bautismal que nos une, me atrevo a pedirte que mantengas esa puerta abierta, porque la conjunción de miradas con perspectivas distintas nos ofrece la riqueza de la comunión en diversidad. Todos y todas, con distintos dones, somos parte del mismo Cuerpo.

Cuenta con mi oración por la misión que el Señor te ha encomendado.

Un abrazo de hermana.