Tribuna

El sínodo se hizo Iglesia

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La palabra sínodo procede de la palabra griega “synodos”, que puede traducirse como “reunión” y que es fruto de la suma de dos elementos claramente delimitados: el prefijo “syn-“, que es sinónimo de “con” o “junto”, y “odos”, que es equivalente a “ruta” o “camino”.



Agrego que es la palabra “de moda” en la Iglesia. Comenzamos a escucharla hace pocos años y últimamente es la invitada de honor a todas las celebraciones y tiene alcance universal.

No se trata de que la Iglesia es sínodo, sino al revés porque esta palabra cobra vida en un modo de vivenciar el seguimiento de Jesús. No es una reunión más, no es un caminar juntos de cualquier modo. Hay una identidad que nuclea y da vida.

Como primer elemento de ‘sínodo hecho iglesia’ tenemos el Bautismo, sacramento que nos hermana en Cristo, nos hace Hijos de Dios y miembros de la Familia eclesial. Ese es el punto que no debe fallar, porque podemos tener diferentes cargos, jerarquías, responsabilidades pero no podremos caminar juntos si obviamos lo esencial: todos somos iguales por el Bautismo en una bella identidad de Hijos de Dios.

Caminar juntos

Desde allí seguimos haciéndonos cargo de este don que invita a salir a anunciar el amor de Dios hacia todos y el Evangelio de Cristo como Buena Noticia. La alegría del llamado a ser de Dios y para los demás impulsa a ‘caminar juntos’ desde lo que somos y desde donde estamos, ‘caminar juntos contemplando y animando a mi prójimo, dejándome ayudar y guiar’.

Este estilo, que no es otro que el de Jesús con los apóstoles en medio de su pueblo, genera otro elemento que es ‘la comunión, el crear familia en cada lugar en donde la Buena Noticia se siembra’. Y es allí en donde todos tienen su lugar, son bien recibidos y acompañados, se vive y se comparte la fe. Se desea la paz.

El sínodo hecho Iglesia supera las desconfianzas, diferencias y prejuicios. Cada uno puede haber tenido un pasado, un presente no deseado, no aceptado, no compartido y es allí en donde se debe volver una y otra vez al Bautismo y a la Comunión de vida que es también llamado a la Eucaristía, comulgamos a Jesús, nos alimentamos de su Cuerpo y de su Palabra y lo hacemos vida en las obras, en la vida sinodal.

Es el estilo que como Iglesia debemos caminar para que, como les ocurría a los primeros cristianos que entusiasmaban con su testimonio (Hechos 2,47), hablemos de Jesús sin palabras. Es el llamado que nos refresca el Papa Francisco a través de los sínodos diocesanos y el sínodo universal. Refrescar lo que nos hace Iglesia, dejar de lado lo que nos aleja de la Iglesia y como Iglesia, de los demás.

‘El sínodo se hace Iglesia cuando, tanto el fuego del amor de Jesús como el agua fresca de su paz, se “reúnen” en nuestro corazón y no queda otra que salir “caminando juntos” para vivirlo y regalarlo’.