Tribuna

El desafío de los católicos en Ecuador

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Ser católico es más que ir a misa el domingo. Ser católico es un modo de vivir. Mejor dicho, es un modo de convivir con y para los demás, desde el calor de la familia hasta la interacción de la sociedad.



Esa convivencia cristiana consiste en amar a Dios y a nuestro prójimo, que son dos caras de la misma moneda (1Jn 4,20). Jesús nos lo explica ‘for dummies’, como siempre, en la parábola del Buen Samaritano.

Un hombre, atacado por ladrones, yace medio muerto en la calle. Lo ven un sacerdote y un levita: pasan de largo. Solo un samaritano se detiene, lo cura y lo hospeda en un albergue hasta que se recupere. Ese samaritano, repudiado por los judíos, es quien irá al cielo, porque tuvo “compasión” (Lc 10,37), que significa sentir lo mismo que el otro, hacer suyo su dolor.

Seguir el ejemplo del Buen Samaritano

Si el buen samaritano viviera hoy en Ecuador, haría suyo el dolor de 1 de cada 3 ecuatorianos que viven con menos de $2,80 al día. Del 70% de ecuatorianos sin trabajo digno. De niñas y niños por nacer cuya matanza algunos buscan legalizar. De familias consumidas por las drogas. De jóvenes que no pueden estudiar por falta de Internet. De las víctimas de la pandemia y la negligencia del Estado.

El desafío del católico es el del buen samaritano: convertir la compasión en acción. Y, como una sociedad dividida no sobrevive (Mt 12,25), la acción debe ser entre todos.

Más allá de la polémica de la campaña electoral, el rol de los católicos es promover el encuentro entre todos para recuperar la salud, mejorar la economía y garantizar la seguridad, entendiendo que a todos nos mueve y nos une el amor a nuestra familia —lo digo como esposo y papá de dos hijos pequeños—, sin importar dónde nacimos, cuánto tenemos o por quién votamos. ¡Solo juntos saldremos adelante!


*Escrito por Héctor José Yépez Martínez. Miembro de la Academia Latinoamericana de Líderes Católicos y legislador de la Asamblea Nacional del Ecuador y presidente de la comisión parlamentaria de Gobiernos Autónomos.