Tribuna

El aniversario de Nicea, una oportunidad ecuménica

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La conmemoración del 1700º aniversario del Concilio de Nicea tiene un innegable significado ecuménico. El contexto de diálogo en que tiene lugar este aniversario nos ofrece la oportunidad de celebrar juntos la fe de Nicea y avanzar en el camino hacia la unidad.



Nicea ha pasado a la historia como el primer Concilio Ecuménico, que involucró a todo el mundo cristiano. Conocido como “el Concilio de los 318 padres”, en él estuvieron reunidos obispos de toda la oikumene. “Ninguna otra asamblea eclesial anterior al año 325 pudo exhibir una autoridad y una representatividad similar a la de Nicea”, nos recuerda el historiador G. Alberigo.

Un punto de inflexión

Su relevancia en el plano eclesiológico es innegable. La instancia sinodal que, desde mediados del siglo II, se había ido configurando como una instancia fundamental para decidir sobre cuestiones relativas a la enseñanza, al culto y la disciplina, encontró en Nicea un punto de inflexión: por primera vez, se atribuía a las resoluciones conciliares un alcance universal, inaugurando el camino hacia una autoridad con esa dimensión global, tanto en el ámbito doctrinal como en el disciplinar. Su profesión de fe y sus decisiones canónicas se promulgaron como normativas para toda la Iglesia.

Convocado por el emperador Constantino con el objetivo principal de resolver una disputa de orden teológico, que ponía en riesgo el proyecto del emperador de consolidar la unidad del Imperio sobre la base de la unidad de la fe cristiana, Nicea representa el primer esfuerzo por alcanzar un consenso de alcance universal dentro de la Iglesia. Nicea sentó las bases para la unidad doctrinal.

Estilo y decisiones

Como ha expresado el papa Francisco, “el primer Concilio Ecuménico fue un acontecimiento de reconciliación para la Iglesia, que de manera sinodal reafirmó su unidad en torno a la profesión de su fe”. Como expresión de la importancia cada vez mayor de las formas sinodales de gobierno en la Iglesia de los primeros siglos, Nicea nos recuerda que son el estilo y las decisiones de aquel Concilio lo que debe inspirar los pasos hacia el objetivo del pleno restablecimiento de la unidad de los cristianos.

Calendario 2025

Desde sus inicios, el movimiento ecuménico expresó su firme convicción de que la restauración de la unidad de la Iglesia presupone un acuerdo sobre el contenido esencial de la fe. Los cristianos estamos llamados a confesar y testimoniar ante el mundo una misma fe. Nicea constituye un punto de encuentro que precede históricamente a las divisiones confesionales. La fe de Nicea es la fe común a todos los cristianos, pues todos estamos unidos en la profesión de fe del símbolo niceno.

Los cristianos nos reconocemos unos a otros en la profesión común del Credo. Así lo expresaba ya ‘Fe y Constitución’ en su conferencia inaugural celebrada en 1937: “A pesar de las diferencias de doctrina entre nosotros, estamos unidos en una común fe cristiana que es proclamada en las Escrituras y es testificada y salvaguardada en el Credo ecuménico, comúnmente llamado niceno”. Este aniversario nos brinda una oportunidad para subrayar aquello que compartimos en común y redescubrir la riqueza del símbolo común de fe.

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