Tribuna

Cuidado con fabricar soldaditos en serie

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Convertirse en padre es un milagro. Si miras la vida a través de las Escrituras, te das cuenta de que una gracia especial entra en casa sin pedir permiso. Ya no puedes vivir para ti mismo, sino para el Espíritu que actúa en otro. No nos autoelegimos como padres espirituales, somos elegidos. Los padres monásticos consideraban que el deseo del monje de convertirse en padre espiritual era un indicio de pasiones desordenadas. Por no hablar de presentarse como tal, procurándose adeptos. El monje es solo un discípulo con los oídos bien abiertos; convertirse en maestro es abdicar de su vocación original.



Es saludable, incluso para quienes no son religiosos, recordar esas cosas. Los creyentes ejercitan su sentido de fe al reconocer a los verdaderos portadores del Espíritu en otros ancianos. Se desencadena una especie de empatía en la que se vislumbra el secreto del que es portador el futuro padre. Y este secreto tiene un nombre muy simple: lucha. El padre en el Espíritu está por encima de todo esto: uno que ha peleado sus propias batallas y las ha ganado por la pura gracia de Dios. Sus heridas brillan, pero no porque fuera bueno, sino porque fue ayudado y medicado por Otro. Solo, no lo habría logrado.

Padres espirituales

Los verdaderos padres espirituales nunca son pelagianos: saben bien que solos habrían muerto por las embestidas de pasiones deshumanizadoras. A golpe de voluntad o de virtud no se es espiritual, incluso si tuviera discípulos, estos serían maniquíes en los que colocar hermosas ropas para exhibir. Hay padres que imponen comportamientos para observar; directores de almas que, para parecer competentes, han dejado de ser buenos y abiertos a la gracia. Cuando estos padres (o madres) se convierten en “fundadores”, el daño es aún más despreciable porque las copias salen en serie como de una fábrica de juguetes y las conciencias son aniquiladas. La despersonalización se suma al pelagianismo. Muchas realidades de la vida consagrada ha sufrido situaciones de este tipo.

Es un milagro incómodo ser elegido padre. Lo que Pablo escribió a los Corintios se hace realidad: “la muerte obra en nosotros, la vida en vosotros” (2 Co 4, 12). Estaríamos contentos de ocuparnos por pender de los labios de la Palabra llevando una vida cristiana normal, ya que parece que hay bastantes maestros sin pastoral y pastores sin ciencia.

*Artículo original publicado en el número de diciembre de 2021 de Donne Chiesa Mondo. Traducción de Vida Nueva

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