Tribuna

Cláudio Hummes: maestro y amigo

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Estaba en una visita pastoral a las lejanas comunidades indígenas, sin comunicación.  Al regresar a la sede de la diócesis, el séptimo día, recibí con lágrimas la noticia de la muerte de Dom Cláudio Hummes, maestro y amigo de muchos años. Había conocido a Cláudio en 1968. Acababa de regresar de Fráncfort, donde hizo su doctorado en filosofía. Fue un excelente profesor de filosofía en el seminario de Viamão, en Rio Grande do Sul. Después de las motivadoras lecciones teóricas nos llevaba a la biblioteca para leer textos originales de Max Scheler, Immanuel Kant y Karl Marx. Eran los tiempos de plomo de la dictadura militar.



Poco después, san Pablo VI lo nombró obispo de Santo André. Durante las huelgas de los metalúrgicos autorizó que se abrieran las puertas de las iglesias para acoger a los trabajadores perseguidos por la violenta represión policial. Invitado a participar en una mesa de negociación de los líderes sindicales con los jefes de la fábrica, se sentó junto a los trabajadores. Al ser interrogado por los jefes, que también decían ser cristianos, respondió: “Por fidelidad al Evangelio, debo ponerme del lado de los más débiles que son perseguidos”. Fue durante estas huelgas cuando conoció a Luiz Inácio Lula da Silva y se hizo amigo suyo.

Cuando fui nombrado obispo, el cardenal Dom Cláudio era prefecto de la Congregación para el Clero. Fue de él de quien recibí una de las primeras llamadas telefónicas animándome a asumir generosamente la desafiante misión en la Amazonía. Poco después, al cumplir 75 años, regresó a Brasil y lo elegimos presidente de la Comisión Episcopal para la Amazonía de la CNBB. Al felicitarle, confesó que estaba sorprendido y dijo: “Este puesto me ha caído encima”. Inmediatamente le invité a visitar São Gabriel da Cachoeira. Incluso para bendecir una sede de la Fazenda da Esperança que se inauguraría en breve. Así comenzó las visitas de la Iglesia más lejana, más pobre y más indígena del Amazonas.

Catequesis inculturada

Dom Cláudio realizó una segunda visita a la Iglesia de Río Negro, poco después de cumplir 80 años. Me dijo que el papa Francisco le había pedido que acompañara un encuentro de formación con catequistas indígenas. Viajó durante todo un día en voadeira (lancha rápida) por el Río Negro y Vaupés para llegar a la sede de la parroquia de Iauareté, en la frontera con Colombia.

A pesar del sol abrasador y de la incomodidad de la embarcación, no mostró ningún cansancio. Por el contrario, en todo momento expresó su admiración por la belleza de los paisajes y los pueblos a lo largo de los ríos. Incluso manifestó su deseo de vivir algún día en una de las numerosas islas.

En Iauareté, setenta catequistas de las comunidades, durante una semana, estudiaron diversos temas de catequesis inculturada. En un momento dado, Dom Cláudio me preguntó si sería posible celebrar la misa en tucano, la lengua predominante en la región. Nos acompañó Reginaldo Cordeiro, SDB, quien se encargó de preparar y presidir la misa. Cuando estábamos listos para empezar, Dom Cláudio nos pidió que rezáramos al menos la consagración en portugués.

Tras la celebración, expresó su alegría al ver el entusiasmo de todos al cantar y rezar en su propia lengua. Y nos animó a traducir la misa a las lenguas más habladas. Gracias a Dios, ya tenemos varios sacerdotes autóctonos que están llevando a cabo esta tarea. Al final de la semana, Dom Cláudio agradeció la oportunidad de estar junto a los catequistas y ver su conocimiento de la Biblia y la generosidad con la que se dedican a la misión evangelizadora.

A partir de su experiencia al frente de la Comisión Episcopal para la Amazonía, Dom Cláudio fue elegido para presidir también la Red Eclesial Panamazónica (REPAM), una iniciativa del papa Francisco que tuvo una misión fundamental en la realización del Sínodo para la Amazonía. Como ponente de este evento, su contribución fue relevante en todas sus etapas.

Por una Iglesia de rostro amazónico

Durante el Sínodo, por iniciativa y colaboración del padre José Oscar Beozzo, un grupo de obispos y otros hermanos sinodales, estuvimos redactando el Pacto de las Catacumbas por la Casa común, por una Iglesia de rostro amazónico, pobre y servidora, profética y samaritana. Cuando le mostré el texto e invité a Dom Cláudio a presidir la celebración y la firma de la Alianza en las Catacumbas de Santa Domitila, me dijo que no podía hacerlo porque no podría cumplir todos los compromisos de la Alianza.

Le motivé diciéndole que cada uno los cumpliría según su edad y sus posibilidades. Finalmente aceptó. Fue una celebración inolvidable el 20 de octubre de 2019. Concelebraron con nosotros el cardenal Pedro Barreto, vicepresidente de la REPAM, unos sesenta obispos, muchos sacerdotes, religiosos y cristianos laicos.

A mi regreso de la canonización de san Carlos de Foucauld, el 19 de mayo, junto con el padre José Bizon, visitamos a Dom Cláudio. Muy debilitado, respirando con un tubo de oxígeno, con palabras entrecortadas por la tos, expresó su sufrimiento ante la calamitosa situación que vive nuestro país. Al final nos dijo que estaba esperando que el Señor lo llamara.

Dom Cláudio, buen y fiel servidor, amigo y compañero de muchos viajes, felizmente has entrado en la alegría de tu Señor.

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