Tribuna

Atreverse al disenso

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El filósofo Byung-Chul Han publicó en 2017 el ensayo ‘La expulsión de lo distinto’, en el que describía el gusto exacerbado de nuestro mundo por lo que es igual a nosotros. La consecuencia inmediata es que nos sentinos cada vez más incómodos con lo que es diferente y con quienes plantean ideas alternativas a las nuestras.



El fundador de Facebook, Mark Zuckerberg, pronunció en 2017 el discurso de graduación de la Universidad de Harvard en el que analizó los retos de la generación ‘millennial’. El objetivo principal de su mensaje era animar a los jóvenes a que buscaran el “propósito” de su vida no como individuos, sino en el nuevo mundo de “comunidades virtuales” de las redes sociales. Lo que Zuckerberg no dijo es que las redes sociales funcionan con algoritmos que favorecen el contacto con seguidores que tienen las mismas preferencias, por lo que lo diferente desaparece paulatinamente de la vista y se desarrolla la alergia a la discrepancia y la adicción a lo que es igual. Además, las redes sociales nos dan la potestad de que, si alguna persona nos incomoda, podemos rechazar su opinión o eliminarla con un clic, sin necesidad de dialogar.

Burbuja de iguales

Hay líderes políticos, sociales y religiosos cuyo propósito es convencer a los demás de las bondades de vivir en una burbuja de iguales. Están convencidos de que su fórmula paternalista es la única que puede dar la paz y felicidad a sus fieles. No hay democracia sin disenso, pero no hay disenso sin pensamiento, y vivimos en un momento histórico en el que pensar es sinónimo de pecar, sobre todo cuando el pensamiento difiere de la autoridad anclada en el pasado. Para quienes detentan la autoridad –siempre presunta–, dialogar supone un rebajarse a enfangarse en el barro de lo cotidiano, aunque reivindiquen el barro y el barrio como estandarte.

Massimo Recalcati, uno de los pensadores más lúcidos del momento actual, afirma que únicamente las parejas, las amistades y las comunidades que mantienen sus identidades diferenciadas perduran en el tiempo. Es el momento de la “inclusión de lo distinto”, con perdón del Metaverso.


*Jesús Romero-Trillo, catedrático de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Madrid